Estados Unidos ha promovido durante mucho tiempo un modelo de democracia que ve en el sufragio el epítome de esta. No obstante, la polarización y el extremismo político plantean escenarios de confrontación y lucha interna inimaginables en la sociedad estadounidense hasta hace unos años.
Las elecciones presidenciales de 2024 no escapan de esa tendencia y se han convertido en unas que reflejan muchas de las contradicciones de la política estadounidense moderna. La muy posible nominación de Donald Trump como candidato republicano se formula como la más reciente y de mayor impacto.
Hace pocos días el gobernador de Florida, Ron DeSantis, puso fin a su campaña por la nominación republicana. Hizo el anuncio el domingo, justo antes de las primarias de New Hampshire, respaldando a su principal rival, Donald Trump.
Tras su retiro, la única candidata que puede plantarle cara a Trump es Nikki Haley. Sin embargo, es poco probable que obtenga más votos que el expresidente y, aunque los demócratas están llevando a cabo investigaciones y demandas para descalificar a Trump, parece difícil que terminen consiguiéndolo a pesar de las múltiples cuestiones legales que afronta.
Todo indica que estamos a las puertas de una polarización extrema de cara a las elecciones de noviembre. "Biden busca un segundo mandato, Trump está tratando de recuperar el poder y ambos harán todo lo posible para alcanzar sus objetivos", dijo Diao Daming, profesor de estudios estadounidenses en la Universidad Renmin de China en Beijing, consultado por Global Times.
La confianza en la democracia estadounidense sigue siendo baja
Según una encuesta reciente de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, 62% de los estadounidenses percibe los resultados de los comicios de 2024 como una amenaza a la democracia. Si los partidarios demócratas conciben la victoria de Donald Trump como un riesgo, los republicanos observan lo propio en un segundo mandato de Joe Biden.
El estudio señala que 51% de la población opina que el estado actual de la democracia en el país es "no muy bueno" o "muy malo", 40% expresa que en general "la democracia está saliendo adelante" y solo 8% está seguro de que todo está "bien con la democracia" en Estados Unidos. En el otro extremo, 19% de los nacionales considera que la democracia en el país "ya ha sido tan gravemente socavada que ni siquiera importa quién gane las elecciones".
El subdirector del Centro de Estudios Americanos de la Universidad de Fudan, Xin Qiang, dijo al Global Times que independientemente del resultado, la nación norteamericana se verá perjudicada ya que el fuerte desacuerdo y la falta de unidad provocarán fricciones internas interminables en la formulación de políticas.
El sistema estadounidense requiere un compromiso entre los partidos, la Casa Blanca, el Congreso, el gobierno federal y los estados para funcionar de manera efectiva. Pero Xi ve extremadamente difícil que con el clima político actual pueda llegar a haber acuerdos en el futuro.
Independientemente de los resultados de los comicios presidenciales de noviembre, el sistema político de Estados Unidos enfrenta un punto de inflexión significativo. Se evidencia cada vez más que lo que se ha denominado democracia en la nación norteamericana, en realidad refleja un poder concentrado entre los ricos y los políticos que sirven principalmente a sus propios intereses.