Mié. 11 Diciembre 2024 Actualizado 1:05 am

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El norte de Siria nuevamente bajo asedio tras la más reciente ofensiva terrorista (Foto: Omar Haj Kadour / AFP)

Ataque sorpresa en Siria: ¿cuánto puede durar?

En el discurso en el que anunciaba el acuerdo de cese al fuego de Israel con Líbano, el primer ministro Benjamín Netanyahu amenazó directamente al presidente sirio, Bashar al Assad, y le advirtió de estar "jugando con fuego".

Aquellas palabras fueron emitidas horas antes de que facciones terroristas lanzaran una ofensiva sorpresa desde la provincia de Idlib contra posiciones del ejército sirio en la zona de desescalamiento en la campiña occidental de Alepo.

La operación está siendo dirigida por Hayat Tahrir al Sham (HTS), la encarnación reetiquetada del Frente Al Nusra —o la franquicia siria de Al Qaeda— liderada por Abu Mohamed al Jolani, con la participación de otras organizaciones terroristas internacionales, como el Partido Islámico del Turkestán.

El ejército se prepara para impedir la agresión

En la mañana del 27 de noviembre grupos de extremistas armados lanzaron ataques violentos contra las posiciones del ejército sirio en las cercanías del 46 Regimiento y hacia los pueblos de Orem al Kubra, Oren al Sughra, Basratun, Anjara y los alrededores, situados a poca distancia de la autopista Alepo-Hama-Damasco, la M5.

En su primera acción sorpresa, como parte de una operación denominada "Disuasión de la agresión" los militantes fueron capaces de entrar en un número de asentamientos que el ejército sirio había evacuado en preparación para contener la brecha, que constituye una violación flagrante de los acuerdos de desescalamiento de 2019 entre Turquía, Rusia e Irán.

El ámbito de las batallas rápidamente se expandió sobre la carretera internacional y hacia la ciudad de Alepo. Una fuente de seguridad turca citada por Middle East Eye, portal financiado por Qatar, dijo que el objetivo de la operación militar lanzada por HTS y sus aliados tiene como objetivo recuperar las posiciones que las fuerzas sirias ganaron con el apoyo de Rusia durante las batallas de 2017-2020.

Los militantes alegan que las "violaciones" de los acuerdos por los ejércitos ruso y sirio —y la intensificación de los ataques en Idlib— provocaron las operaciones militares para retomar el control de estas áreas. Dicen que la retirada del ejército sirio en los campos al oeste de Alepo le proveyeron ímpetu para que los militantes lanzaran más ataques sobre el oriente rural de Idlib.

En tres días grupos de extremistas fueron capaces de alcanzar el corazón de Alepo y declarar un toque de queda de 24 horas. Mientras se intensificaban los enfrentamientos, aviones rusos y sirios lanzaron una serie de asaltos violentos sobre locaciones del HTS y de los grupos "turquestaníes" y las líneas de suministro en Darat Azza, Al Atareb, Sarmin y otros.

Los ataques aéreos continúan, con archivo audiovisual que revela grandes pérdidas en las filas de las facciones extremistas, y varios medios confirman la muerte de más de 200 miembros del HTS y otros grupos en las regiones de Alepo e Idlib.

La expansión de las acciones aéreas de las fuerzas rusa y siria condujeron, en la mañana del 28, a un respiro del momentum en el campo de batalla del HTS debido a las pérdidas humanas y materiales del grupo.

Fuentes en el frente también revelan la llegada de enormes refuerzos militares a la principal zona de confrontación, que se extiende por un área de más de 26 kilómetros en Alepo occidental: tropas sirias y suministros que ahora están planificando un contraataque para restaurar el statu quo.

El experto militar Haitaham Hassoun le explica a The Cradle que el ejército sirio se ha reagrupado en la retaguardia de la línea defensiva a una profundidad de siete a ocho kilómetros para llevar a cabo el contrataque.

¿Cómo fueron los preparativos?

En realidad, la operación del HTS de ninguna manera fue una ofensiva de último minuto sino el resultado de varios años de preparación, iniciados por los servicios de inteligencia turco y estadounidense para unificar las filas de varias facciones en el norte sirio.

Este proyecto se desarrolló bajo la supervisión directa del ejército turco, que apuntó a que convergieran los grupos militantes en Idlib y en las zonas rurales de Alepo colocando la toma de decisiones en las manos, principalmente, de dos partidos: el llamado Ejército Nacional Sirio, leal a Ankara, y el HTS, la facción de Al Qaeda en Siria.

Dentro de esta mezcla de organizaciones terroristas también están los grupos "yijadistas" del Turquestán y los Uigur, usados principalmente como fuerzas de ataque en operaciones específicas, en gran medida cumpliendo los intereses de sus financistas turcos y estadounidenses.

El general de brigada y experto militar Haitham Hassoun confirma que los preparativos para lanzar esta operación comenzaron "hace mucho tiempo", y que los grupos participantes establecieron una sala de operaciones conjunta hace como mes y medio atrás.

Cree el general que los militantes se beneficiaron de la "distracción" y las operaciones de guerra electrónica en los medios, desarrolladas por la inteligencia turca para camuflar sus intenciones y movimientos, y por las fuerzas de ocupación turcas dentro de Siria durante los días que antecedieron a la ofensiva sorpresa.

Los militantes, además, se beneficiaron de inteligencia sofisticada que los ayudó a explotar las fisuras sobre el terreno y estaban al tanto de los vacíos de las posiciones del ejército sirio, que luego condujeron a la creación de la brecha de seguridad y la confusión en las líneas defensivas.

¿Quién tomó la decisión y cuál es el objetivo?

Las escenas de hoy en día en Idlib y Alepo recuerdan a los sirios el período que creyeron que habían dejado atrás luego de la liberación de Alepo en 2016 y los entendimientos en el marco del desescalamiento de 2019.

Pero esos acuerdos, ganados a pulso, siempre han sido frágiles dado que Turquía evade sus compromisos de purgar de grupos terroristas el área de la autopista M5.

La militancia en el norte de Siria sirvió a los intereses de Ankara para mantener presión sobre Damasco.

También explica la operación armada de esta semana que pasó: una acción que los turcos creen que forzará al gobierno sirio a entrar en negociaciones bajo fuego, especialmente si los extremistas armados reingresan en Alepo o cortan la decisiva ruta internacional.

Por otro lado, un objetivo de la operación pudiera ser la decisión estadounidense de mantener un estado de conflicto en la región redirigiendo la presión hacia Rusia y sus aliados regionales en anticipación al retorno a la Casa Blanca del presidente electo Donald Trump.

Como ya lo han señalado varios comentaristas, la operación militar fue lanzada directamente luego de las amenazas explícitas de Netanyahu en su discurso y está probablemente conectada a la guerra regional de Israel y la determinación de Tel Aviv de cercenar la ruta siria para los miembros del Eje de la Resistencia.

La ofensiva parece haber sido coordinada con —el integrante de la OTAN— Turquía, bajo la dirección de las autoridades de ocupación de ese país y sus servicios de inteligencia, que por años manejaron y apoyaron los distintos grupos extremistas en el norte del país.

En un estimado preliminar, lo que está pasando es un retorno a la situación anterior a 2019, una reinvasión que efectivamente busca descarrilar los logros del proceso de paz de Astaná.

En respuesta, esto merece nada menos que una respuesta igual de audaz e inesperada: una contraofensiva que no solo reclame las posiciones controladas por el ejército sirio hace unos días atrás sino que decisivamente llegue hasta Darat Izza y más allá hasta el cruce fronterizo con Turquía en Bab al Hawa, cortando las rutas de comunicación entre los militantes en la región de Alepo e Idlib, restaurando, bajo control del gobierno, la totalidad de las provincias.

Lo que comenzó como un asalto sorpresa pudiera haber creado la oportunidad para acabar con este estado límbico en el norte del país y así poner punto y final a la guerra siria, proveerle a Damasco y sus aliados una vía para esquivar los improductivos acuerdos de desescalamiento, y conferir al Estado sirio una justificación legítima, legal y moral para liberar de organizaciones terroristas la totalidad de su territorio.

Hasta que, o al menos que, esto pase, el oeste de Alepo y el este de Idlib seguirán siendo campos de batalla activos. Sin embargo, de acuerdo a fuentes informadas, es poco probable que los militantes se mantengan en posiciones ventajosas por varias razones claves.

De primero es la llegada inminente de grandes refuerzos del ejército sirio a la zona, que no permitirán que Alepo caiga en manos de extremistas bajo control extranjero. Segundo, estos grupos, apoyados por Estados Unidos y Turquía, tienen menos posibilidades, hoy en día, de alcanzar sus objetivos como en los años iniciales de la guerra debido a los cambios sísmicos, políticos y económicos en Europa, que ahora teme por el reavivamiento del conflicto sirio y otro diluvio de refugiados hacia sus fronteras.

En tercer lugar, Damasco volvió al redil al reincorporarse a la Liga Árabe, siendo bienvenido por varios Estados del golfo Pérsico. Esas capitales ya no están interesadas en apoyar a yijadistas que resuciten la guerra o desestabilicen Líbano e Irak, los vecinos directos y conectados a Siria, en este momento. Ni están interesados en abrir la arena militar siria, de nuevo, ni a los asesores ni a fuerzas iraníes en general.


Haidar Mustafa es un periodista y presentador de programas políticos televisivos sirio. Ha trabajado en un número de medios e instituciones en Siria, Líbano e Irak. También es autor del libro Testigo.

Publicado originalmente por The Cradle el 30 de noviembre, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Diego Sequera.

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