Jue. 28 Noviembre 2024 Actualizado ayer a las 5:51 pm

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El logotipo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se ve fuera de la sede de la OPEP en Viena, Austria (Foto: Lisa Leutner / AP)

El "comercio gris" en el mercado global del petróleo

De acuerdo con distintos portales de información, los gobiernos de Arabia Saudita y Rusia anunciaron el 3 de julio que extenderían los recortes de producción programados hasta finales de agosto, es decir, un mes luego de lo pautado a inicios de junio en la 35ª reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), cuyo consenso se adoptó a los fines de hacer reducciones voluntarias comenzando en julio, prorrogable por un mes.

Para ese entonces el ministro de Energía saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman, asomó que el recorte sería para el mes de julio, pero que podría extenderse.

En este sentido Arabia Saudita, de los mayores productores de petróleo crudo, pasará a registrar 9 millones de barriles diarios (b/d) este mes, lo que implica una reducción total voluntaria de 1,5 millones de b/d. El único momento cuando el reino produjo los 9 millones b/d fue en el período pico del covid-19 a principios de 2021, y durante la crisis financiera de 2008.

En el caso de Rusia, se acordó reducir voluntariamente sus exportaciones de crudo a 500 mil barriles por día, sin realizar recortes de suministro adicionales.

Sumado a ello, el mes pasado la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicó el medium-term report, en el que señala que:

  • De acuerdo con las tendencias del mercado, la demanda mundial de petróleo aumentará 6% entre 2022 y 2028 para alcanzar los 105,7 millones de b/d.
  • La demanda aumentará en los sectores petroquímico y aeronáutico.
  • Sin embargo, a pesar de este aumento acumulado, se espera que el crecimiento de la demanda anual se reduzca de 2,4 millones b/d este año a solo 0,4 millones b/d en 2028.
  • Los mercados petroleros mundiales todavía se están recalibrando lentamente.
  • Sucede en pleno la reorganización sin precedentes de los flujos comerciales globales, el mercado petrolero podría ajustarse significativamente en los próximos meses por los recortes de la OPEP+.

Hasta la fecha, por una semana completa, los precios se han mantenido en el umbral de los 70-72 dólares el barril para el WTI y 73-75 dólares el barril para el Brent. Por ello, la decisión del Reino viene a reforzar las iniciativas de precaución generadas en el seno de la OPEP+ para apoyar la estabilidad del mercado petrolero global.

En otras circunstancias este tipo de decisiones reflejaban cambios notorios en las fluctuaciones de los precios del crudo, pero es evidente que los fundamentos del mercado petrolero global se han visto trastocados, principalmente por las secuelas de la pandemia de covid-19, la crisis ucraniana y, por supuesto, la ola de “sanciones” al sector petrolero de países productores de ese recurso.

Pero en este juego la impaciencia no es la mejor carta puesto que, a pesar de que el crecimiento de la demanda puede ralentizarse en un mediano plazo, el petróleo es insustituible y estará permanentemente en la ecuación de la energía.

Además, John Hess, director ejecutivo de Hess Corporation, afirmó recientemente que “el petróleo y el gas seguirán siendo las principales fuentes de energía durante las próximas décadas (…) la transición energética llevará mucho más tiempo, costará mucho más dinero y necesitará nuevas tecnologías que ni siquiera existen en la actualidad”.

Recordemos, por ejemplo, que no se asfaltan carreteras con litio, ni con hidrógeno verde.

En el "comercio gris"

Volviendo al recorte saudita, realmente el objetivo prioritario en estas decisiones es que los precios no sufran una caída abrupta. Se resalta así porque distintos medios de comunicación occidentales pintan estas resoluciones como intenciones de los países productores de llevar el petróleo crudo a precios estratosféricos, a pesar de que se sabe que es un argumento simplista a la luz de las nuevas dinámicas de la golpeada demanda mundial del petróleo, en la que se requiere, sobre todo, capital de inversión para mantener y desarrollar la fundamental industria de hidrocarburos, así como el aprovechamiento de las cuotas del mercado, en el que se puedan ofrecer precios de competencia, especialmente: 1) a las cuotas del atractivo y anhelado espacio asiático, y 2) a las del necesitado y ahorcado espacio europeo.

El mercado petrolero está experimentando un proceso de homeostasis, así que ante las nuevas realidades ya mencionadas buscará su estabilidad natural. Si bien la pandemia impactó la demanda de hidrocarburos, las “sanciones” estadounidenses han afectado las dinámicas tradicionales del mercado global en general, mediante golpes directos al espacio petrolero porque han estado dirigidas contra países como Rusia, Irán y Venezuela, triada de naciones productoras y exportadoras de crudo por excelencia, sin contar otros países de Asia Occidental.

Debido al fuego cruzado de las “sanciones” las empresas han tenido que buscar distintas vías para posicionar sus hidrocarburos, lo que normalmente conduce a asumir medidas que implican ilegalidad porque ocurren al margen del derecho internacional.

Por lo general, estos canales no convencionales son catalogados por el mundo occidental como “comercio gris” porque no reconocen esa infraestructura, pero frente a la coerción sobre la industria petrolera cada país está en su derecho de colocar sus barriles de crudo en el mercado global debido a que el oxígeno de sus arquitecturas petroleras son los vínculos comerciales que no están expuestos a las medidas retrógradas de bloqueo.

El surgimiento de esos vínculos alternativos ha resultado en la creación de nuevas interdependencias petroleras bilaterales. Por ejemplo, las refinerías indias han comenzado a pagar algunas importaciones de petróleo ruso en yuanes chinos y, aunado a esto, sus importaciones de petróleo crudo de Rusia alcanzaron un nuevo récord de 2,2 millones de b/d en junio.

De esa manera, las dinámicas forzadas hacen que predomine también la reventa de petróleo, que ha sido el pan de cada día en ese circuito pues los países que toman el riesgo de comprar el crudo “sancionado”, en algún momento de acuerdo a distintas condiciones y factores optan por revenderlo a otros. Se trata de una especie de “bachaqueo petrolero global” patrocinado por Estados Unidos.

La mayor parte del crudo “sancionado” pasa por redes alternas que establecen otros precios, por lo general con descuentos, ya que orbitan infinidades de riesgos ante el embate "sancionatorio". Esta realidad hace que el petróleo bloqueado sea más barato y aparezcan más compradores, por ello las exportaciones de petróleo ruso han ido en aumento.

Las exportaciones de petróleo ruso a los Emiratos Árabes Unidos se triplicaron el año pasado a un récord de 60 millones de barriles y a Arabia Saudita se exporta un promedio de 100 mil b/d.

En adelante, Arabia Saudita ha aumentado sus exportaciones de diésel a Francia e Italia, dos países que anteriormente dependían en gran medida de Rusia para el combustible, pero todo indica que ahora reciben productos energéticos por terceros.

Y desde China también se observa:

Estas nuevas faenas no pueden calificarse en la escala de “bueno o malo”, se trata del negocio real de la arquitectura global en la que estamos sumergidos. No obstante, lo nauseabundo corresponde a la imposición de políticas coercitivas que atentan contra el legítimo derecho al desarrollo de los países en pleno siglo XXI.

La economista estadounidense Agathe Demarais señaló en su investigación sobre las “sanciones” estadounidenses que “prohibir que las empresas extranjeras accedan a los mercados financieros de Estados Unidos parecía ir en contra del compromiso de larga data de Washington con la libre circulación de capitales (…) las medidas económicas coercitivas, como los aranceles comerciales, las sanciones financieras y los controles de exportación, se han convertido en la base de la diplomacia estadounidense”.

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