Durante la llamada guerra de los Seis Días, acontecida entre el 5 y el 11 de junio de 1967, el ejército israelí conquistó los Altos del Golán, meseta perteneciente al territorio sirio, además de las llamadas Granjas de Sheeba, las cuales actualmente reclama el Líbano. También el Sinaí egipcio.
El 31 de mayo de 1974, tras la guerra de Egipto y Siria contra Israel que se dio entre el 6 y el 25 de octubre del año anterior (donde los egipcios recuperan el Sinaí), los gobiernos de Tel Aviv y Damasco firmaron el Acuerdo de Retirada, que produjo un alto el fuego en el conflicto bélico.
Desde entonces, la mayor parte de los Altos del Golán quedó bajo ocupación israelí, con una zona tapón donde se encontraría desplegada la Fuerza de las Naciones Unidas de Observación de la Separación (FNUOS) con el objetivo de asegurar la distensión de la guerra, con una larga franja desmilitarizada.
Pero en 1981 Israel anexó el territorio ocupado de manera oficial, denominándolo Distrito Norte, una decisión unilateral que fue rechazada por la comunidad internacional a través de la ONU.
Desde entonces, las tensiones entre los países afectados (Siria y Líbano) continuaron hasta la caída del gobierno de Bashar Al Assad el 8 de diciembre de 2024, cuando Israel movilizó sus tropas hacia la provincia de Quneitra, en el suroccidente sirio que prácticamente forma parte de los Altos del Golán.
En efecto, Israel tomó el resto de la meseta que no controlaba y decidió seguir la marcha hacia el oriente, tomando la ciudad de Qatana (a 20 kilómetros de Damasco), violando el Acuerdo de Retirada (a juicio de la ONU) y, por tanto, la soberanía siria.
El gobierno de Benjamín Netanyahu anunció este movimiento justificándolo como "una medida de defensa temporal" ante la ofensiva de los grupos terroristas desplegados en el territorio sirio.
Según Tel Aviv, como ya lo ha hecho contra Gaza y el Líbano, su gobierno se reserva el derecho de tomar cualquier acción para preservar su seguridad, unilateralmente.
Lo ha demostrado con el bombardeo incesante en el último lustro, de manera sistemática.
Lebensraum israelí
La actual presencia militar de Israel en el Líbano y Siria muestra claramente que la expansión de aquel tiene un patrón estratégico, aun cuando afirme que es temporal: realmente busca el control total de la región, ya que es el punto más alto de todo el Levante.
Los ataques aéreos israelíes en varias provincias (cerca o directamente a las ciudades de Damasco, Hama, Homs, Alepo, etc.) han repercutido en el desmantelamiento y la destrucción sin precedentes de las capacidades de defensa e inteligencia del Estado sirio, dejando al territorio a completa merced de los mismos grupos terroristas de los que ellos mismos dicen defenderse.
Según fuentes del Estado de ocupación, los más de 480 ataques aéreos destruyeron unos 350 objetivos militares (entre bases e instalaciones). También destruyó toda la flota naval de Siria y (casi) todos los aeropuertos militares y aviones de combate.
El desmantelamiento del Ejército Árabe Sirio y del sistema de inteligencia, junto con todo el sistema defensivo consolidado durante el sistema defensivo durante los gobiernos de Hafez Al Assad y Bashar Al Assad, que había logrado neutralizar la guerra terrorista de Al Qaeda y el Estado Islámico (con apoyo aéreo ruso) hace casi una década, es un hecho.
Ahora, la población siria está totalmente indefensa ante los grupos terroristas, el ejército de Estados Unidos y del propio Israel, y la soberanía del Estado sirio destruida, dándole continuidad al proceso expansionista del gobierno de Netanyahu.
¿Es el comienzo de un nuevo período en el que se están desarrollando los planes de Tel Aviv para remodelar Asia Occidental, fracturando fronteras y ampliando otras? Incluso la pregunta cabe desde el asesinato de Hasán Nasralá, cuando el primer ministro israelí dijo que ello significaba "un cambio en el equilibrio de poder en la región".
Recordemos que el propio Netanyahu dio un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 2023, con el que mostró un mapa del "Nuevo Medio Oriente" donde las líneas fronterizas de Siria son inexistentes, un planteamiento presuntamente basado en los Acuerdos de Abraham del año 2020.
Esto se encuentra a tono con el mapa que visiona a Eretz Yisrael o el "Gran Israel", que abarca los territorios de Palestina y partes de Jordania, Siria y el Líbano. Un plan de expansión agresiva y colonización, muy similar a otros procesos coloniales europeos e ideologías supremacistas.
En Israel se ha estado instalando la doctrina del lebensraum para la colonización de lo que se considera el "espacio vital" o "hábitat" del "pueblo de Judea", supuestamente histórico y basado en preceptos del fundamentalismo religioso, apoyado por las más extremas de las derechas sionistas en dicho país, las cuales tienen participación y poder de decisión en el gobierno de Netanyahu.
El lebensraum dio base a las políticas de colonización de Alemania la primera mitad del siglo XX, un término acuñado por el geógrafo Friedrich Ratzel en 1901 que durante el nazismo se transformó en principio ideológico. Adolf Hitler lo elevó a objetivo territorial, bajo la idea de necesidad de un "espacio vital" para Alemania. Fue el "justificativo" de la invasión alemana de Europa y la Unión Soviética en su marcha hacia el Oriente; las zonas de tierra negra de la Ucrania soviética era uno de los objetivos principales, ya que los nazis concebían a sus pobladores como seres inferiores y potenciales esclavos a ser eliminados al igual que los judíos, quienes según la creencia de los decisores del Tercer Reich eran los que controlaban a los untermensch eslavos.
En otras palabras, el término alemán hace referencia a las adquisiciones territoriales necesarias para proporcionar recursos minerales y, especialmente, agrícolas que sustenten a una potencia en su competencia con otras.
Es curioso que, días antes de la caída del gobierno de Assad, el 4 de diciembre pasado, un artículo (en versión archivada) en The Times of Israel preconizaba la asunción del lebensraum ante el crecimiento de la población israelí. El texto fue bajado por la evidente polémica de tratarse de un concepto nazi en un diario de raigambre judía.
Pero los agentes más cruciales (irónicamente) de esta política se encuentran justamente en el gobierno actual de Israel. Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas, apareció en un documental diciendo, bajo la retórica ideológica del "Gran Israel" (el lebensraum israelí), que:
"Está escrito que el futuro de Jerusalén es expandirse hacia Damasco".
En el documental, titulado In Israel: Ministers of Chaos, Smotrich afirmó que Israel se expandiría "poco a poco" y eventualmente abarcaría todos los territorios palestinos, así como Jordania, Líbano, Egipto, Siria, Irak y Arabia Saudita. En noviembre pasado, aseguró que los preparativos ya están en marcha para la anexión, en 2025, de los asentamientos israelíes en Cisjordania ocupada.
También aparece Itama Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional, quien en agosto pasado dijo en la radio del ejército israelí que, si pudiera, construiría una sinagoga judía en el recinto de la mezquita Al-Aqsa en la Jerusalén Oriental ocupada: "Si pudiera hacer lo que quisiera, pondría una bandera israelí en el lugar".
Lo delicado del asunto tiene una base religiosa, ya que, según rabinos de alta eminencia, el lugar, conocido por los judíos como Monte del Templo, es demasiado sagrado como para siquiera pisarlo.
Sin embargo, Ben Gvir es uno de los principales impulsores de la campaña para construir el "Tercer Templo" en Al-Aqsa, un movimiento que ha ido creciendo en el seno del Estado de ocupación, en todos los asentamientos ilegales. Muchos palestinos ven paralelismos con lo que ocurrió en Hebrón, donde la Mezquita Ibrahimi, también conocida como la Tumba de los Patriarcas, fue dividida.
La agenda de expansión israelí, de esta manera, tiene preceptos de fundamentalismo religioso, justificaciones talmúdicas y toca negativamente tanto lugares sagrados para el Islam como regiones históricas y milenarias, como la ciudad de Damasco y más allá en el mundo árabe.
Una agenda contraproducente
Uno de los ganadores de la caída de Assad es sin duda Israel, pero también hay otros actores con intereses propios y también basados en el fundamentalismo religioso, tales como el grupo terrorista que participó activamente en el derrocamiento de la República Árabe Siria: Hayat Tahrir al Sham (HTS).
Esta agrupación, evolución o reforma publicitaria de Al Qaeda en Siria (antes denominada Frente Al Nusra), ha registrado tensiones con el llamado Ejército Nacional Sirio (SNA, sus siglas en inglés), respaldado por Türkiye, el cual también se ha enfrentado con las fuerzas kurdas (las Fuerzas Democráticas Sirias) que han sido apoyadas durante la última década por Estados Unidos en el noreste sirio, de acuerdo con un reporte del New York Times.
De modo que existe una plétora de facciones dispuestas a materializar sus intereses, incluido el gobierno turco liderado por Recep T. Erdogan, en el norte sirio, cerca de donde Israel está operando.
Esta situación resulta realmente crítica para Israel, que ahora observa cómo chocan los deseos de implementar la ideología del Eretz Yisrael con el neo-otomanismo turco. El ensayista militar Simplicius The Thinker, en su análisis sobre los acontecimientos, lo caracteriza de esta manera:
"Eso significa que, al derrotar a una Siria 'independiente', pero en última instancia inocua, Israel acaba de condenarse a un destino futuro mucho peor que enfrentarse incluso al distante Irán".
Sigue:
"¿Se da cuenta Israel de lo que acaba de facilitar? En lugar de un Estado laico pacífico en sus fronteras, pronto podría tener un califato rabioso, dirigido por alguien sin la templanza de Assad e impulsado por Türkiye hacia una reconquista de Jerusalén y Gaza. Israel cree que ha eliminado a Irán del tablero de ajedrez, pero en lugar de ello ha traído potencialmente a alguien mucho más agresivo históricamente, y alguien que -a diferencia de Irán- tiene una espina histórica real con el pretendiente colonial que es Israel".
Estas contradicciones en el terreno dejan traslucir el hecho de que el Estado de ocupación en Palestina no tiene la victoria anticipada del actual escenario sirio, sino que más bien puede complicar su propia existencia, en tanto que los intereses de los demás actores involucrados, variados (incluidos Irán y Rusia) y otros tantos apoyados por distintos poderes, también se van a hacer sentir en contraposición a su propia estabilidad.
Aquello si Israel prosigue con su proyecto expansionista en el territorio sirio, donde sus operaciones se encuentran muy cerca de Damasco y no están bien vistas por la población siria, e incluso por los grupos terroristas que luchan por el control político de la situación, aun cuando HTS ha hecho prácticamente nada contra la agresión israelí sobre Siria. La soberanía ha sido destruida a favor de una mayor caotización de la región.