Jue. 28 Noviembre 2024 Actualizado 8:43 am

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El sistema Cúpula de Hierro de Israel intercepta algunos misiles lanzados desde la Franja de Gaza, visto desde Ashkelon, Israel, el 11 de mayo de 2021 (Foto: Nir Elias / Reuters)

La resistencia palestina impone la disuasión a Israel: ¿qué viene ahora?

Antes de esta semana, cuando Israel se proponía salir ileso de los ataques contra la población palestina en los últimos días, el gobierno de Benjamin Netanyahu nunca pensó que podía recibir una respuesta simétrica y de gran relieve que pusiera en entredicho todo su sistema militar defensivo.

Las redes sociales están aportando testigos al quiebre del mito de la superioridad militar anglosionista en tiempo real, mientras civiles en Gaza y Jerusalén siguen siendo masacrados y oprimidos con drones, misiles balísticos y cuerpos policiales y militares.

Brote y crecimiento de la escalada

Los últimos acontecimientos han sido detonados en Jerusalén, también conocida como Al Quds en árabe, durante el cierre (y luego) del mes del Ramadán, sagrado para los musulmanes, cuando fueron atacados los barrios Sheik Jarrah y Silwan por grupos fascistas israelíes y la policía sionista; asimismo la mezquita Al Aqsa, la tercera en importancia para el Islam, sumergida en humo, fuego y escombros debido a más de una docena de botes de gas lacrimógeno y granadas paralizantes lanzadas adentro del recinto, mientras la policía y los manifestantes se enfrentaban en el amurallado que lo rodea.

Si bien estos lugares han sido asediados por el régimen de ocupación durante décadas, con tensiones acumuladas de por medio, los ataques a palestinos escalaron en un contexto de suma importancia para el mundo islámico.

El contexto religioso y el sitio de los sucesos han dado motivos suficientes para que varios sectores musulmanes en la región, liderados por Irán, e incluso cristianos, se manifestaran condenando la arremetida.

En efecto, Al Quds es considerada tierra sagrada por el Islam, pero también para judíos y cristianos, pues de allí emanan las fuentes de la rama abrahamánica de la que provienen las tres religiones monoteístas. Entre los colonos israelíes hacen vida grupos extremistas que desean apoderarse completamente de la ciudad para destruir la Explanada de las Mezquitas (donde se encuentra Al Aqsa, pero asimismo la Cúpula de la Roca y la Cúpula de la Cadena) y suplantarla por el Monte del Templo, que según la tradición hebrea es donde se supone debe erigirse el último templo mesiánico. De ahí la importancia para los palestinos musulmanes de preservar y respetar este sitio histórico del genocidio étnico, cultural y religioso que intenta imponer Israel.

La respuesta palestina provino directamente de Gaza: la brigada Ezzeldin Al Qassam, rama militar del movimiento Hamás, dio un ultimátum a los dirigentes de la ocupación israelí para que abandonaran Al Aqsa, mensaje que fue desconocido y respondido con una serie de lanzamientos misilísticos a objetivos específicos dentro de Israel, incluida la capital Tel Aviv.

Ya van dos días, al cierre de esta nota, en que los misiles de la resistencia palestina han puesto a prueba el escudo balístico Cúpula de Hierro, de factoría israelí en conjunto con armamento estadounidense, británico y alemán, el cual cumplía 10 años de instalación en abril, asignación fallida con el bombardeo masivo al que está siendo sometido. Los reportes hablan de hasta 130 cohetes lanzados desde Gaza.

Aunque Tel Aviv y otras zonas de la ocupación han sido lesionadas anteriormente por la resistencia palestina, nunca había sucedido con esta magnitud, rompiendo el cerco del sistema antimisiles de Israel (Siria lo había logrado en abril) y creando, así, un marco bajo el cual Gaza ya no puede volver a ser bombardeada (como lo está siendo mientras se escriben estas líneas) sin que el gobierno israelí sufra consecuencias hasta ahora inéditas para su seguridad nacional.

Esta lógica disuasiva está siendo sustentada por una repuesta palestina tan contundente como sus capacidades lo permiten. Los grupos armados como Hamás y el Frente Popular para la Liberación de Palestina continúan movilizados y advirtieron que los ataques a Tel Aviv e instalaciones militares y comerciales israelíes seguirán teniendo curso de ser necesarios mientras estos otros continúen.

"Los enemigos deben saber que lo que hemos presentado es solo una pequeña parte de lo que poseemos. Si la entidad sionista comete cualquier estupidez contra nuestro pueblo pagará su precio", declaró Abu Jamal, portavoz militar de las Brigadas Abu Ali Mustafa, brazo armado del Frente Popular para la Liberación de Palestina.

Israel está aterrorizando Gaza con severos bombardeos a edificios comerciales y residenciales, asesinando a civiles (entre ellos nueve niños) y militantes palestinos, cometiendo crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio según el Estatuto de Roma y la legislación internacional, violándolos todos como ha venido haciéndolo a lo largo de décadas con el aval expreso de Estados Unidos y Europa.

Ante un escenario de tan violenta tensión, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) convocó una reunión "a puerta cerrada" para discutir los sucesos en la mezquita Al Aqsa y Gaza.

Las autoridades diplomáticas de Irán también se encuentran reunidas en Damasco, capital de Siria, con otros miembros del Eje de la Resistencia, alianza compuesta por los países ya mencionados más Irak, Líbano (Hezbolá), Yemen (hutíes) y grupos palestinos con el objetivo de hacer frente al imperialismo estadounidense y sus enclaves sionistas-terroristas en la región. El compromiso del Eje con la liberación del pueblo palestino puede simbolizarse claramente en el despliegue de la Fuerza Al Quds, nombre (sagrado) de la Brigada de la Guardia Revolucionaria Iraní comandada por el mártir general Qasem Soleimani, responsable de la provisión de todo el entrenamiento, finanzas y apoyo logístico a los aliados de la República Islámica.

Para agregar al contexto de la escalada, días antes de la primera ofensiva sionista sobre Al Quds, Hezbolá había anunciado una movilización general en el Líbano, elevando su preparación para la guerra en un 100% luego de que Israel comenzara un simulacro militar que tiene tres escenarios de una "gran guerra" en las fronteras y dentro de la ocupación israelí.

Un nuevo escenario

A propósito de la escalada, preguntamos a Elijah J. Magnier, experimentado reportero de guerra y colaborador de Misión Verdad y el Instituto Robinson, sobre el escenario que se avecina:

"Todavía no se trata de una guerra general entre Gaza e Israel -responde Magnier-. No hemos visto que Israel esté dispuesto a comprometer fuerzas terrestres para irrumpir en Gaza porque seguramente no cumplirá su objetivo de silenciar el lanzamiento de cohetes y misiles. Se trata de una batalla, y el número de bajas en Israel define la longevidad de la guerra. Hasta ahora, el número de muertos israelíes es considerado aceptable por Israel, que toma represalias cada vez que muere un israelí bombardeando desproporcionadamente objetivos civiles y comerciales en Gaza.

Para el periodista, la intensificación gradual de los ataques desde Gaza ha introducido "una nueva regla de enfrentamiento". Explica:

"Hemos visto cómo la resistencia ha advertido a Israel de que libere a todos los presos detenidos en los últimos días mientras se manifestaba en Jerusalén por el desalojo del tribunal del barrio de Al Jarrah y la agresión a la mezquita de Al Aqsa. Se dio un ultimátum a Israel que sus funcionarios no tomaron en serio hasta que expiró y Gaza comenzó a bombardear los asentamientos israelíes en Jerusalén. Esto supuso un acontecimiento sin precedentes. Israel comenzó a bombardear Gaza que tomó represalias bombardeando Tel Aviv, Ashdod y Ashkelon, pasando por alto los 20-40 kilómetros habituales y cubriendo más de 100 kilómetros. La resistencia ha introducido un nuevo misil, el BADR-3, contra Ashkelon que consiguió evitar los sofisticados misiles de interceptación israelíes".

Comenta que "esta batalla se está intensificando porque Israel comenzó a bombardear zonas residenciales y torres. La resistencia palestina se enfrentará a los mismos bombardeos y advirtió que atacará objetivos equivalentes en Tel Aviv con nuevos misiles, lo que probablemente iguale esta escalada israelí".

Al imponerse la mencionada nueva regla de enfrentamiento, y "sea cual sea el rumbo de esta batalla -sigue Magnier-, las fuerzas de la resistencia palestina han ganado la guerra y han impuesto la disuasión a Israel. La resistencia en Gaza ha demostrado determinación y valor para proteger no solo a Gaza, sino a sus nacionales en cualquier lugar de Palestina, a pesar de las grandes bajas que Israel está infligiendo a los habitantes de la ciudad. La resistencia está uniendo a los palestinos que acordaron elegir la lucha armada en lugar del enfoque pacífico adoptado por el presidente Mahmoud Abbas en Cisjordania durante años".

La penetración del sistema defensivo Cúpula de Hierro por parte de "la resistencia ha roto el orgullo israelí, Israel que se consideraba al frente de un poderoso ejército y convertido en una superpotencia, como dijo el primer ministro Benyamin Netanyahu". El mito de la superioridad militar de Estados Unidos y sus aliados se ve lesionado ante la opinión pública internacional, que observa cómo luego de tantas décadas Israel puede ser herido con contundencia y sin haberse utilizado aún lo mejor del armamento palestino de largo rango.

A propósito de esto, Diego Sequera, escritor y columnista de esta tribuna, argumenta que los intentos de control sobre la narrativa del actual panorama por parte de la mediática mainstream están siendo rebasados por la realidad. Esto puede leerse como un síntoma del nerviosismo que impera en los gobernantes de Israel a raíz del rebasamiento de su sistema defensivo cuando hasta hace poco celebraban los incendios en Al Aqsa.

A juicio de Magnier, "la intervención internacional está en camino, lo que significa que se espera que ambas partes se desescalen antes de que termine esta semana". Es por ello que "no se espera ninguna guerra en el horizonte. El gigantesco simulacro militar que Israel inició el domingo 9 de mayo pasado involucró a decenas de miles de soldados y fue alarmante para el Eje de la Resistencia. Sin embargo, el frente interno israelí está dañado ahora, y el simulacro fue suspendido. Por lo tanto, se excluye cualquier posibilidad de guerra con Hezbolá".

Por último, según Magnier, el Eje de la Resistencia "está en plena alerta para intervenir solo si los grupos palestinos de Gaza, Hamás y la 'Yihad Islámica' piden una intervención".

La coordinación de todo el Eje parece lo más expedito en estos momentos, aun cuando no entre en acción en el terreno. "El rumbo de la batalla hace pensar que no se espera una guerra total. Por lo tanto, no habrá necesidad de una movilización general del Eje de la Resistencia, aunque Yemen y Hezbolá expresen su disposición a intervenir cuando los palestinos lo soliciten", concluye.

Mientras el sionismo israelí, con apoyo estadounidense, intenta desaparecer del mapa histórico y geográfico todo indicio de Palestina, la resistencia responde a los ataques genocidas en un momento de alta tensión que pudiera distenderse si el fascismo israelí detiene la beligerancia.

Hablamos de un territorio que ha sido objeto de las políticas más agresivas del sionismo imperialista para hacer cumplir la promesa del canciller británico Arthur Balfour al barón Lionel Walter Rothschild: "un hogar nacional para el pueblo judío".

La resistencia palestina ha venido creciendo a lo largo de las décadas, y ha conseguido acumular experiencia, alianzas y fuerzas para responder de la forma militar en que se desata en este momento. Sus liderazgos han variado con el tiempo y existen diferentes grupos, movimientos y partidos en Gaza y otras regiones palestinas y países que apoyan su causa.

Los acuerdos de Camp David (1978) y Oslo (1993) nunca sirvieron de auténtica base política para la solución de la cuestión palestina, deslegitimados por las nuevas generaciones palestinas que desean de vuelta el derecho a existir sin concesiones, en convivencia pacífica mas no indefensa, y que buscan otro marco de acuerdo en el que la parte anglosionista acepte que ya no puede imponer sus prerrogativas.

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