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El autor estadounidense y premio Nobel Paul Krugman aborda las sanciones económicas en su artículo "The American Way of Economic War Is Washington Overusing Its Most Powerful Weapons?" (Foto: Archivo )

Premio nobel alerta sobre uso “excesivo” de las sanciones

Las sanciones económicas dominan el panorama de la actual política exterior de Estados Unidos. En lo que respecta a Venezuela, se evidencia de forma contundente que estas medidas se han convertido en armas de destrucción masiva dirigidas contra la población civil, perpetradoras de impactos adversos en todos los ámbitos sociales. Esta realidad es innegable, aunque el gobierno estadounidense y los líderes de la oposición que las han promovido intenten negarlo o minimizar el hecho.

En diciembre del año pasado, el escritor estadounidense y premio Nobel de economía (2008), Paul Krugman, publicó un ensayo titulado "The American Way of Economic War Is Washington Overusing Its Most Powerful Weapons?", en el cual profundiza críticamente en el tema del uso de las sanciones como instrumento de guerra por parte de Estados Unidos en el ámbito internacional. 

Krugman destaca cómo el dominio del dólar en el comercio global otorga a Washington un poder significativo para influir en las transacciones financieras entre diferentes naciones, lo que le permite monitorear y potencialmente obstaculizar el intercambio económico entre países tan remotos como Perú y Malasia, por ejemplo.

Estados Unidos podría impedir que muchas empresas peruanas y malayas comerciaran, esencialmente aislando a esos países de la economía internacional. La razón detrás de esta fortaleza es bien conocida desde hace mucho tiempo: la mayor parte del comercio mundial se realiza en dólares.

El análisis de Krugman se ve respaldado por las revelaciones presentadas en el libro "Imperio clandestino: cómo Estados Unidos armó la economía mundial" de Farrell y Newman, que estudia la forma en que Estados Unidos ha utilizado las redes económicas globales como herramientas de dominio geopolítico en aras de contener potencias rivales como China y Rusia, lo que ha generado tensiones a escala mundial.

A través de su control sobre bancos y redes de información Washington puede, de forma novedosa, proyectar su ascendencia política en el mundo. Estados Unidos ha utilizado este poder de manera activa, hasta beligerante, desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, en el marco de la supuesta lucha contra el terrorismo.

En el texto se menciona cómo los bancos de todo el mundo buscan mantenerse en el sistema financiero de Estados Unidos para evitar quedar aislados. Se ilustra este punto con el caso de Carrie Lam, jefa ejecutiva de Hong Kong, quien luego de ser sancionada por Estados Unidos por supuestas "violaciones de derechos humanos", se vio imposibilitada de abrir una cuenta bancaria en cualquier lugar debido a esta presión financiera.

Además, se hace referencia a la hegemonía de Estados Unidos en la Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (Swift), lo que le permite rastrear transacciones a escala global. Un ejemplo concreto de lo susodicho es cuando en 2012 Estados Unidos utilizó Swift para aislar a Irán del sistema financiero global, lo que provocó una caída significativa de su economía y un repunte de la inflación de 40%.

Krugman pone de relieve la necesidad de reflexionar sobre los límites y las posibles consecuencias negativas de este poder económico encubierto, advirtiendo los impactos adversos que puede tener en el crecimiento económico mundial si se abusa de él. Asimismo, plantea la importancia de regular y limitar la extensión del imperio financiero clandestino de Estados Unidos para prevenir posibles repercusiones perjudiciales en la economía global y en las relaciones internacionales.

Sobre la ineficacia de las sanciones como herramienta para alcanzar objetivos políticos y sus secuelas negativas —que llegan a impactar en el panorama económico internacional y en los propios emisores de las sanciones, como señala Krugman—, ha sido discutido incluso por el Congreso estadounidense en un informe en el que hicieron mención específica a Venezuela. 

Del mismo modo, el economista Francisco Rodríguez ha destacado que las medidas restrictivas han tenido efectos perjudiciales persistentes en la industria y la economía del país latinocaribeño, y que no se ha logrado revertir de manera significativa con la emisión de licencias limitadas y temporales. Estas sanciones continúan afectando la economía nacional y, por lo tanto, impactan en la población.

Volver a estas medidas en lugar de fortalecer las vías de diálogo expondría aun más a Estados Unidos como un actor internacional que recurre a tácticas coercitivas criminales, incluso a expensas de su propia estabilidad, en un intento por mantener una hegemonía que, paradójicamente, se ve debilitada por este tipo de acciones.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<