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Protesta contra la reforma judicial del gobierno de Benjamín Netanyahu en Tel Aviv, Israel, el 18 de marzo de 2023 (Foto: Ohad Zwigenberg / AP Photo)

Se profundizan las múltiples crisis internas que debilitan a Israel

Tras un año de genocidio continuado contra la población palestina, en Israel se han profundizado los problemas internos por mantenerse en perenne estado de guerra. Los gobernantes israelíes decidieron comenzar una ofensiva sobre Hezbolá y Líbano mientras se prolongan sus ataques contra Gaza, Cisjordania, Yemen, Irak, Siria e Irán.

El gobierno de Benjamín Netanyahu está en un momento cumbre de su gestión, bien alineado con las corrientes políticas y religiosas locales de extrema derecha y fundamentalismo talmúdico, reflejo de la multiplicación de frentes militares donde se halla a escala regional.

La situación actual se encuentra condicionada por tres crisis que se relacionan entre sí, que probablemente determinen los siguientes meses en dicho país y, por ende, repercutan en las acciones bélicas contra los países y grupos del Eje de la Resistencia.

Crisis social

A principios de este año sucedieron jornadas de protestas sociales y huelgas laborales en Israel que apuntaron directamente a la dirigencia gubernamental, especialmente debido a la forma como el ejército ha llevado a cabo su ofensiva contra Hamás y otras organizaciones de la resistencia palestina.

En específico, a la población israelí no le ha gustado cómo el gobierno de Netanyahu gestiona la situación de rehenes connacionales en Gaza y los intentos por firmar un alto al fuego.

De igual manera, un miembro del gabinete de guerra, el general Gadi Eisenkot, criticó el enfoque del Primer Ministro en ambos temas. La discordia existente sobre la aproximación estratégica del ejército se ha hecho pública.

Las culpas en torno a la figura de Netanyahu se han intensificado desde entonces, tanto de funcionarios locales como de la población que se ha visto afectada directamente por la guerra.

Sin embargo, la ciudadanía no protesta contra la guerra, solo acerca de la estrategia empleada. Una encuesta de enero expresó que 88% cree que el creciente número de muertes palestinas están justificadas, y una enorme mayoría opina que las Fuerzas de Defensa de Israel hacen uso adecuado de la fuerza, o incluso muy poca, en Gaza.

Otra encuesta en febrero refleja que 63% de los israelíes se opone a la instauración de un Estado palestino.

De manera que la propia sociedad israelí se encuentra comprometida con la política de continuación de la guerra, aun cuando piense que los líderes militares están mal encarrilados. Percepción que contribuye a la idea de que Israel ya no es un Estado seguro y fuerte en el área económica.

Sin duda, uno de los datos más ilustrativos de dicha crisis social es la migración masiva que ha experimentado el país desde el 7 de octubre de 2023. Un artículo de The Jewish Independent reseña: "Las estadísticas de migración muestran que 42 mil 185 israelíes abandonaron el país entre octubre de 2023 y marzo de 2024 sin haber regresado hasta julio de este año".

Nada más en octubre de 2023, 12 mil 300 israelíes dejaron el país "y no habían regresado hasta junio de 2024, en comparación con solo 3 mil 200 que se marcharon de forma permanente el año anterior, un aumento de 285%", registra una nota de The Times of Israel.

The Jewish Independent también afirma que "una comparación entre la inmigración total a Israel durante los primeros ocho meses de 2024, en comparación con los primeros ocho meses del año anterior, muestra una caída de 42%".

No hay números más actualizados a la fecha, sin embargo, las consecuencias a mediano y largo plazo de la emigración aun están por verse, sobre todo en el plano económico, en el que el país se vería mayormente afectado.

Crisis económica

Son múltiples los reportes sobre el decaimiento de la economía israelí producto de la guerra. El 28 de septiembre pasado el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich —quien opina que "puede ser justo y moral" usar el hambre como arma de guerra contra 2 millones de palestinos—, dijo que "la economía de Israel soporta el peso de la guerra más larga y más cara de la historia del país".

Un trabajo académico del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Tel Aviv afirma que, en el mejor de los casos, el Producto Interno Bruto de Israel caerá en números negativos entre 2024 y 2025, y el máximo de crecimiento previsto es de apenas 1%, sin contar con un déficit presupuestario de 15% aproximadamente.

Además, el Banco de Israel estima que los costos relacionados con la guerra para el periodo 2023-2025 podrían ascender a 55 mil 600 millones de dólares, fondos que probablemente se obtendrán mediante una combinación de mayor endeudamiento público y recortes presupuestarios.

Economistas israelíes se han expresado sobre la situación. La agencia turca Anadolu Ajansi informó que, según expertos en la materia, "la guerra de Gaza le ha costado a la economía israelí más de 67 mil 300 millones de dólares".

  • "El establishment de Defensa quiere un aumento anual de al menos 20 mil millones de NIS (5 mil 390 millones de dólares)", dijo Rakefet Russak-Aminoach, exdirector ejecutivo del Banco Leumi de Israel.

  • Jacob Frenkel, exgobernador del Banco Central de Israel, dijo que "Israel comenzó el año 2023 sin déficit y desde entonces la situación se ha deteriorado. A finales de julio, el déficit alcanzó 8,1%, es decir, unos 155 mil millones de NIS (41 mil 800 millones de dólares). Hay que cubrirlo".

  • Uri Levin, exdirector ejecutivo del Banco de Descuento de Israel, dijo que el país no podrá rehabilitar su economía sin recuperar la confianza de los inversores internacionales.

A ello se añaden las perspectivas de calificadoras de riesgo, quienes han rebajado la calificación crediticia de Israel por factores como la continuación del genocidio en Gaza y los riesgos geopolíticos asociados. Un trabajo del historiador económico británico Adam Tooze concluye que la geopolítica de los territorios palestinos ocupados y la economía política de Tel Aviv están provocando el colapso del neoliberalismo de seguridad nacional que sirve de modelo a Israel, producto de las políticas de expansión colonial de la administración de Netanyahu en la última década.

Por supuesto, esto se encuentra conectado directamente con la imagen que está dando Israel ante el mundo, y que encuentra un correlato en la desestabilización política que el mismo gobierno de Netanyahu experimenta puertas adentro.

Crisis política (y Netanyahu)

Las contradicciones en el gabinete de guerra lo llevaron a dividirse y caotizarse de manera pública.

Recordemos que, en un inicio, la instancia estaba integrada por el Primer Ministro; el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer; así como por los rivales políticos de Netanyahu, Benny Gantz y Gadi Eisenkot, quienes se unieron como parte de un gobierno de emergencia nacional unos días después de que estallara la guerra en octubre de 2023.

Pero el 9 de julio pasado Gantz renunció a su puesto ministerial y exigió a Netanyahu que convocara nuevas elecciones, una objeción que no se ha cumplido hasta los momentos.

En enero, las críticas públicas de Gantz y Eisenkot a la presente estrategia militar habían mostrado un gobierno débil ante la situación. Gallant hizo lo mismo, sin dejar de apoyar a Netanyahu.

Lo cierto es que la nomenklatura del actual gabinete de guerra solo tiene el uso de aun mayor fuerza y la "victoria total" como parte central de la estrategia militar. Y todo se centra en las prerrogativas del primer ministro.

Un informe del Crisis Group, firmado por Mairav Zonszein, analiza la crisis política en Israel y apunta dos elementos importantes:

  1. "Los militares quieren una visión y una dirección claras del gabinete de guerra, pero eso depende de una decisión política sobre un plan para el día después, que todavía están esperando. Muchos creen que esto se debe principalmente a los propios intereses políticos de Netanyahu: permanecer en el poder prolongando la guerra y complaciendo a su base de extrema derecha, que rechaza la gobernanza o la condición de Estado palestino".

  2. "Los líderes militares también tienen otros problemas con Netanyahu. Lo responsabilizan de socavar la preparación militar de Israel mediante sus reformas judiciales y su enfoque polarizador e incendiario en general, y lo acusan de desviar toda la culpa por el desastre en curso hacia los militares, mientras maniobra para evadir la responsabilidad personal en una futura investigación estatal. La exhibición de enemistad entre los militares y el Primer Ministro no tiene paralelo en la historia israelí".

Netanyahu enfrentará un proceso judicial por acusaciones de corrupción a partir de diciembre próximo, otro factor que lo pone en la cuerda floja.

De todo aquello se desprende el hecho de que el primer ministro se encuentra inmerso en una crisis política que está llevando a Israel hacia un escenario catastrófico para su supervivencia como Estado, según varios analistas. The Times of Israel publicó en septiembre, con la firma del columnista neoconservador David Horovitz, que bajo su gobierno dicho país "está en peligro existencial".

Sin embargo, a pesar de los índices de aprobación históricamente bajos de Netanyahu y su gobierno, los partidos de oposición no han podido sacar provecho político de la situación, algo que pudiera cambiar si se convoca a elecciones prontamente.

Luego de tres décadas protagonizando el mundo político israelí, con obvias repercusiones internacionales, Netanyahu todavía está convencido de que es el único líder que puede conseguir la total seguridad de Israel.

Su visión de que solo puede escalar el escenario regional, el cual está atizando para atacar el "eje iraní", tiene varios rechazos públicos. Empero, afirma estar librando una guerra existencial, un riesgo que reconoce pero que está dispuesto a asumir.

"Prefiero tener mala prensa que un buen obituario", dijo en una entrevista para la revista estadounidense Time.

Para Netanyahu, la presión internacional en el sentido de que Israel se convierta en un Estado paria es solo una consecuencia colateral de una política superior basada en el racismo, la limpieza étnica y el genocidio contra Palestina y el resto de países en la región de Asia Occidental que se opongan a las guerras perennes que Estados Unidos apoya con nulas objeciones.

Bien es cierto que las tres crisis descritas configuran sobre todo escenarios de desestabilización y no de conclusión de un periodo o fase, ya que es riesgoso afirmar que el régimen de ocupación se encuentra en estado de colapso. Pero también lo es la posibilidad de que cualquiera de estas aristas se profundice y su influencia se extienda hacia el resto de la sociedad y hacia el Estado de Israel de tal manera que, en conjunto, generen una crisis que amenace su propia existencia.

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