Jue. 28 Noviembre 2024 Actualizado 8:43 am

¿Están sacrificando a Juan Guaidó? Despejando las claves políticas de la fallida incursión mercenaria

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Los eventos recientes en las costas venezolanas dan cuenta de la inserción de grupos mercenarios extranjeros que pretendían agruparse en suelo venezolano para efectuar actos terroristas y asesinatos selectivos en el marco de una agenda general de desestabilización.

Pero en toda esta trama, queda el cabo suelto del propio Juan Guaidó como factor político expuesto desde múltiples direcciones.

En sus primeras reacciones conocidas el día de domingo 3 de mayo, Guaidó decidió desmarcarse de los eventos en desarrollo. Su narrativa apuntó a que se tratara de un “montaje” gubernamental.

Una reacción claramente incongruente con su historial de promoción de la guerra en el país, probablemente motivado por el notorio desmantelamiento de la “Operación Gedeón”.

Desde el domingo, y así hasta el martes 5, su narrativa ha pasado de la negación absoluta a un relato pro “derechos humanos” de los operadores capturados.

Juan Guaidó aseguró este martes 5 de mayo que el gobierno venezolano infiltró el ataque marítimo que fue frustrado el domingo pasado en La Guaira, al tiempo que acusó al Ejecutivo de haber “masacrado” a los implicados en estos hechos.

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“Estaban esperándolos para masacrarlos (…) sabían de esto y los esperaron para masacrarlos. Nicolás Maduro, tú eres el responsable, sabían de esa operación, los infiltraron y los esperaron para masacrarlos”, dijo en una sesión virtual informal entre parlamentarios de su línea.

En un comunicado que se publicó el lunes 4, Guaidó negó que estuviese involucrado en la operación, nuevamente a contracorriente de sus antecedentes en golpes fallidos, como la recordada “Operación Libertad” del 30 de abril de 2019.

Sin embargo, la trama que rodea al diputado venezolano y su deriva narrativa parece mucho más compleja, dado que recaen sobre él señalamientos desde múltiples direcciones que revisten en nuevas presiones y encrucijadas.

La construcción de un relato con eventos en desarrollo

Los señalamientos contra Guaidó y su participación en estos eventos no son exclusivos del chavismo.

Como es sabido, mientras se desencadenaban los eventos del día domingo 3 de mayo, en horas de la tarde circuló un video en redes sociales donde se vio a Jordan Goudreau, aparente ex boina verde estadounidense y propietario de Silvercorp USA, junto a Javier Nieto Quintero, ex capitán venezolano.

Ambos indicaron estar al frente de la operación mercenaria y llamaron a la FANB a amotinarse contra el presidente Nicolás Maduro.

En horas de la noche del domingo 3, la periodista antichavista venezolana Patricia Poleo publicó una exclusiva con Jordan Goudreau, quien manifestó que Juan Guaidó habría firmado un contrato con su empresa por 212 millones de dólares, pero que este no había pagado.

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Goudreau facilitó a Poleo un video que grabó donde conversaba con Guaidó por vía telefónica estableciendo acuerdos.

Estas “revelaciones” guardan relación con una publicación anterior que hiciera la agencia de noticias Associated Press (AP) firmada por Joshua Goodman, que hace una construcción detallada de la relación de Goudreau y Juan Guaidó, dando detalles de la conformación de campamentos mercenarios en Colombia proyectados a acciones en Venezuela.

El texto explica: “AP no encontró indicios de que funcionarios estadounidenses patrocinaran las acciones de Goudreau ni de que Trump haya autorizado operaciones encubiertas contra Maduro, algo que requiere notificación del Congreso”.

De hecho, AP no refiere en su artículo la existencia del contrato que fue expuesto el domingo 3 por Patricia Poleo y del cual las autoridades venezolanas al más alto nivel ya habían alertado que existía, indicando además que el gobierno estadounidense, por medio de la DEA, era partícipe de la operación.

La narrativa de AP parece ser una operación comunicacional de encubrimiento que desmarcó anticipadamente al gobierno norteamericano de las acciones que se veían inminentes y que se han frustrado en estos días.

Este martes 5, el gobierno de Donald Trump indicó que no tiene ningún vínculo con los eventos recientes en Venezuela. Una declaración que es perfectamente congruente con varios argumentarios que han surgido mientras ocurren los eventos en el terreno. ¿Estamos ante una orquestación?

El gobierno venezolano ha explicado que el contrato firmado entre Guaidó y Goudreau sería parte de una operación encubierta estadounidense a cargo de la DEA en Venezuela, en la que se ha tercerizado la guerra contra el país.

Jordan Goudreau denunció un incumplimiento de Guaidó en los términos de su jugoso contrato. El contratista enfatizó, tal como lo hiciera AP, que el contrato representaba el desarrollo de un golpe de Estado privado, un asunto exclusivo entre venezolanos y Silvercorp, en la misma línea que AP.

Dicho así, con las negaciones estadounidenses, tanto como por las revelaciones de AP, de Goudreau y de Patricia Poleo, todo parece apuntar exclusivamente a Guaidó.

Todos lo exponen, todos lo sirven en bandeja. Todas las narrativas, recalquemos, hasta la de los propios norteamericanos, lo colocan en el centro de la nueva operación fallida.

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¿Por qué exponen a Guaidó?

Es perfectamente entendible que el gobierno estadounidense no quiera verse abiertamente vinculado a otra operación desastrosa en Venezuela, tal como ya ocurriera en la “Operación Libertad” del 30 de abril de 2019 cuando sus altos funcionarios estuvieron al frente.

Con un Donald Trump buscando la reelección y la crisis sanitaria del Covid-19 haciendo estragos en su país, tiene sentido que Washington se desmarque.

No obstante, eso deja en entredicho las razones que exponen a Guaidó mediante Jordan Goudreau, dado que por su carácter de contratista es improbable que asuma por cuenta propia el derrocamiento de un gobierno objetivo de su país, sin que la inteligencia estadounidense no tenga conocimiento, o peor aún, sin que no actúen, bien sea para apoyarlo, o bien sea para desautorizarlo ante la posibilidad de fracasar.

En definitiva, es sumamente improbable que el gobierno estadounidense no tenga que ver en la “Operación Gedeón” y que esta sea otra “Bahía de Cochinos” sumamente mediocre, y nada más.

La exposición que hiciera Patricia Poleo vino a imponer la narrativa del contrato.

Se establece como “revelación” que el contrato es el que fue publicado y no otro. Ratifica el carácter “privado” de la operación y coloca a Guaidó como blanco de los ataques de la diáspora venezolana en Miami, es decir, los séquitos antichavistas que suscriben la vía armada contra Venezuela.

Esta diáspora ahora apunta contra Guaidó por no cumplir con los términos del contrato suscrito con Goudreau, reeditando señalamientos de que Guaidó “convive” con el chavismo.

¿Con qué propósito el gobierno estadounidense estaría sacrificando a su activo político en Venezuela, el mismo que tanto ha costado para la diplomacia y la institucionalidad en la era Trump?

La utilidad de un Guaidó expuesto por los estadounidenses podría ir mucho más allá de una Administración Trump desentendiéndose del asunto. Quizá la utilidad de Guaidó, para los norteamericanos, adquiere más valor ahora encarcelado o peor aún, muerto.

Washington podría estar apuntando a un escalamiento de las acciones mercenarias para el desarrollo de una etapa bélica abierta, un nuevo punto crítico donde Guaidó estaría siendo colocado como carnada o factor desencadenante de otras acciones por parte de la Administración Trump.

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Pero articulando a Guaidó con los eventos mercenarios en vigor, se abre el abanico para otro conjunto de probabilidades.

Una de ellas podría ser que la incursión de mercenarios responda a solo un componente de una trama mucho más compleja.

Es evidente que la “Operación Gedeón”, que anima una insurrección abierta de la FANB, solo podría tener viabilidad operativa con elementos dentro de las fuerzas regulares del estado para luego ser calibradas a una estrategia de magnicidio y golpe de estado.

Ello implica que los falsos relatos, los señalamientos a Guaidó y las fallidas incursiones marítimas, podrían consistir en acciones a cuentagotas, que prolongan un “momentum” y que además serían un retrato incompleto de la operación real.

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Todos son eventos que, mirándolos inacabadamente, adquieren nueva utilidad en un escenario donde emergen factores ocultos en la FANB o donde, en otras instancias, nuevos elementos armados incursionen con un nivel de contundencia y preparación superior.

Ahora, dentro del terreno de la especulación, el cual no está demás frente a esta trama tan confusa, no estaría demás suponer que esta podría ser una sofisticada operación de inteligencia a gran escala, que impone un falso relato.

Una operación donde algunos conocidos factores militares venezolanos son enviados a ser capturados, donde dos ex militares estadounidenses son capturados en Venezuela luego de su misión suicida y donde el gobierno estadounidense y otros factores apuntan a Guaidó como articulador.

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