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Cuando la realidad te alcanza

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Cuando Obama lanzó su nefasto decreto hicieron fiesta, celebraron como si se hubieran ganado la lotería. Cuando advertimos de sus consecuencias, se burlaron y retrucaron que las únicas consecuencias la sufrirían Maduro, Diosdado y, bueno, los chavistas, que bien que lo merecen por “apoyar esta desgracia”.

Por esa misma época, Lorenzo Mendoza, en perfecta sincronía con el Departamento de Estado, se declaró en guerra. Y todos fueron Lorenzo, que, pobrecito, producía a pérdida por culpa del gobierno malvado que solo le dio 5 mil millones de dólares para que fabricara su mazacote de maíz.

Y gozaron con los bachaqueros, comprándoles por bultos lo que la guerra de Lorenzo le negaba al pueblo. Y no les faltó nada, porque todo lo podían pagar.

Con las barrigas llenas salieron a fotografiar niños pidiendo pan en la calle, y se sacaban selfies junto a ellos con filtros de lágrimas de glicerina. Y cada vez que intentábamos denunciar el bloqueo (no oficial pero sí efectivo) a Venezuela, volvían con la burlita sádica, culpemaduro, todo culpemaduro, que se tiene que ir ya.

Cuando Maduro inventó los CLAP para salvarnos del hambre que nos impusieron, brotó el veneno: fake news con gorgojos, envenenamientos, lentejas radioactivas, porque el hambre del otro no importaba, nunca importó, lo que importa era tumbar a Maduro y en ese momento se tumbaba con fotos indignadas de gente comiendo basura y el CLAP arruinaba esa foto.

La sanciones se hicieron oficiales, y los operadores mediáticos y políticos de la oposición las aplaudieron como una victoria, y a cada vuelta de tuerca aplaudían con más emoción. Y cuando decían que las sanciones solo afectarían al gobierno de Maduro era porque sabían que éstas golpearían al pueblo, a los más pobres, a los más vulnerables, a esos que a los que el antichavismo siempre han despreciado. Contaban con que doblados de hambre, desesperados, les regalaran ese estallido social que aupaban salivantes y no llegaba, no llegaba y no llega…

“¡Maldito pueblo flojo y sinvergüenza que se conforma con una bolsa de lentejas!”, comentaban en un bodegón del este del Este, donde compraban mantequilla de maní y otras chucherías mayameras de primera necesidad. Y con las bolsas llenas, con vidas en dólares, usaron el bodegón boutique como prueba irrefutable que las sanciones no dañan a la gente. ¡Como si el importador de Nutella fuera el Ministerio de Alimentación! El cinismo da para eso y también la brutalidad.

Aprieta, aprieta, y ellos goza y goza. Jugando a las almas caritativas impulsan por las redes búsquedas de medicamentos que este gobierno maluco no quiere traer. Tuitean compungidos fotos de niños con cáncer cuyas medicinas, hasta ayer, eran entregadas de manera gratuita y que hoy seguimos entregando, con las uñas, a casi todos los que podemos alcanzar, mientras un barco con medicamentos se devuelve porque los gringos dijeron que no. Culpemaduro, recalca El Efecto Tuyuyo en un lacrimosa y retorcido reportaje dictado por James Story desde Bogotá.

Las sanciones que solo afectan a Maduro nos dejaron sin gasolina. “Ineficiencia, falta de inversión y corrupción”, repitieron como un mantra, obviando que ni que quisiéramos invertir millones y millones, porque las sanciones nos congelan los fondos que pretendamos mover para pagar insumos y repuestos. Obviando que nuestras empresa petrolera fue hecha a la medida de los gringos, tanto así que su cerebro estaba en Houston; que cada tuerca, cada botoncito, cada cualquier cosa pasa por ellos y ellos no nos las van a vender. Obviando que PDVSA es como los F-16 que los gringos nos vendieron para luego negarnos la posibilidad de mantenerlos operativos.

Nosotros advertimos del peligro de las sanciones. Ellos, desde su soberbia mayamera, no escucharon, aplaudieron y pidieron más. Ahora hacen cola para poner gasolina, digan lo que digan, crean lo que crean, tienen que calarse la cola que era solo para Nicolás.

Y ya no es solo esa cola, es el miedo real de lo que puede venir. Esta semana, periodistas, expertos en economía, asesores, analistas, sintieron ese friíto de espalda que llevamos años sintiendo los que sabemos del criminal efecto de las sanciones. Sintieron que esta vez como que sí los van alcanzar.

Ante el anuncio del bloqueo de diesel para el mes de octubre, justico antes de las elecciones gringas, a tiempo para caotizar nuestras elecciones parlamentarias, los que tienen años jugando para los gringos y su plan de asfixia con la esperanza de salir del chavismo, empiezan a sentir la falta de aire y la angustia que es de todos. Sin diesel no habrá bodegón que resista, ni planta eléctrica privada que les alumbre los apagones.

El diesel mueve el 80% del transporte de alimentos y alimenta no sé cuantas generadoras de electricidad –escribe una periodista de aquellas que no tenía que decir estas cosas, sino otras como expresar su decepción por que Tibisay Lucena, por ser mujer, no fue tan insultada y acosada como merecía. Otro columnista de Runrunes, medio de propaganda gringa que celebró cada sanción con cotufas y risitas cínicas, denunciaba el crimen y el sufrimiento que el bloqueo al diesel supondría. Como ellos, economistas aspirantes a ministros del Capriles o Falcón, analistas, encuestadores, todos de oposición, pidiéndole a la nada que detenga la posibilidad de que nos estrangulen aún más. Saben que ni con todo el dinero del mundo van a poder evadir, como lo han hecho hasta ahora, los efectos de esa medida criminal.

David Smolansky, sádico, se regodea y le responde una ambigüedad con lavada de manos a la periodista angustiada. Julio Borges saliva de gusto imaginando el sufrimiento que la periodista que lo apoyó ahora teme sufrir. Guaidó dibuja una hoja de ruta a la nada. Los gringos sin alma los tienen en sus manos.

Ahora sí entendieron, parece. Ahora sí, porque sienten que el sufrimiento les va a tocar. Que pueden ser ellos los protagonistas de las fotos dramáticas que una vez tomaron a otros, como trofeos, como banderas contra Maduro. Ahora sí el bloqueo es malo y no es culpemaduro. Ahora sí, después de tantas decenas de miles de muertos que ignoraron. Ahora sí…

No puedo decir que me alegre que los haya alcanzado la realidad que no quise para mi país, ni para nadie. Pero sí que me alegra que, aunque sea por miedo al sufrimiento propio, se hayan dado cuenta del crimen que se está cometiendo contra nuestro pueblo y que se sumen a nuestra voz de rechazo, aunque sea desde su egoísmo, pero que se sumen. Que entiendan de una buena vez que vamos en el mismo barco y que si se hunde un lado nos hundimos todos. Que entiendan, aunque sea por un ratico, que cuando afirmamos que nosotros venceremos, ese victoria nuestra los incluye y ampara también a ellos.

Y cuando superemos esta coyuntura anunciada, cuando anuncien otras que ellos, desde sus cálculos y egoísmo, no quieran denunciar; sepan que nuestra voz siempre se levantará para defender a la Patria de todos y que hagan lo que hagan ¡nosotros venceremos!


Este artículo fue publicado originalmente en la página web Con El Mazo Dando el 26 de agosto de 2020.

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