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Las luces y las sombras del 2023 fueron expuestas por el presidente Nicolás Maduro en la Memoria y Cuenta (Foto: Rayner Peña / EFE)
Sobre la Memoria y Cuenta del presidente Maduro

Año 2023: bisagra de lo conquistado y lo por venir (análisis especial)

La presentación de la Memoria y Cuenta del presidente Nicolás Maduro permite una lectura analítica de lo acontecido no solo en 2023, sino también de los 25 años desde la llegada del Comandante Hugo Chávez a Miraflores y de lo que está por venir en el futuro inmediato y no tan mediato.

En el espíritu de Junín y Ayacucho

La primera clave general, vale destacar que con un tono para nada autocomplaciente —"no venimos a cantar victorias, ni a dormirnos en los laureles"—, es la designación del lugar y momento del Mensaje a la Nación. El acopio de logros también podría interpretarse como el de heridas todavía por sanar o ya cicatrizadas en el vulnerado cuerpo nacional. Y a los peligros a los que se sigue exponiendo Venezuela.

Un "año de transición", "bisagra" entre dos periodos cuyo vector va desde el duro proceso de recuperación —tras el cúmulo insólito de agresiones, embates y creación artificiosa y foránea de escenarios de conflicto—, hacia el "empuje" del nuevo momento de diversificación económica y "armonía radical" democrática que se basa en la consolidación del consenso político, con el agregado de las dolorosas e interiorizadas lecciones aprendidas en el periplo del último lustro al nuevo tiempo económico.

Es auspicioso, en este sentido, la resonancia simbólica que trae consigo la invocación a las batallas de Junín y Ayacucho. En particular la primera. Es de convenir: la historia no se repite, y tal vez ni “rime” como dicta el adagio asumido como lugar común; pero las continuidades perviven, el hecho vivo es el mismo y resuenan.

"Ayer debió ser completamente destruido el ejército español, si una tan larga como penosa jornada no hubiera privado a nuestra infantería de llegar a tiempo para completar la más brillante victoria, y si la noche, caminos difíciles, un terreno desconocido, no impidieran haberlo perseguido. Tal ha sido el primer suceso de la campaña; algunos de nuestros escuadrones, solamente, han destruido la orgullosa caballería española y toda la moral de su ejército", reza el parte de guerra que firmó Andrés de Santa Cruz el 7 de agosto, un día después del enfrentamiento.

Sobre la llanura aérea, en la puna peruana, Junín fue, signo que se puede encontrar a lo largo del duro y violento ciclo de la guerra, un todo o nada, expresión concentrada de audacia asimétrica con un sinnúmero de factores en contra, determinado con una austeridad de recursos nada desdeñable. Una batalla en la que no se disparó un solo tiro, resuelta a lanzazos, en la que el impacto psicológico tuvo más significado estratégico que una guerra de posiciones convencional. Pero en su, si se puede decir, modestia aparente, se sentó el último peldaño hasta lo que sería la victoria definitiva de las jornadas político-militares de la guerra de independencia: Ayacucho.

La fuerza de esta referencia está en su analogía adaptada y actualizada. El empleo de pocos recursos, con la existencia en juego, en los dientes, con una cadena de desenlaces que comprometen a toda la línea de defensa del adversario cuando al inicio de la batalla parecía que se perdía, hasta ese momento convencido de sus avances y su potencial victoria. Tal vez sea ahí donde mejor resida la "lección dinámica", en palabras de Augusto Mijares, que hoy se invoca en otro escenario de guerra de otra factura. Con un próximo Ayacucho como norte. El "auténtico milagro nacional" que representó 2023.

La materia de ese milagro es la posibilidad de producir un momento siguiente que busca dejar atrás las limitaciones extremas de años de embate por el tiempo de consolidación de paz económica y política.

Valga otro ejemplo. Es necesario insistir en las corrientes profundas que se mueven por debajo de los anuncios, los logros, la estabilización del rumbo del país. El mejor ejemplo lo entraña la prosecución de lo que el Presidente denominó el megaobjetivo, el gran consenso nacional, "dialéctico, dinámico, real, plural y práctico". La épica nacional del siglo XXI está hecha de estos movimientos.

En la onda corta del tiempo histórico, podemos recordar que en 2015, con el descubrimiento de las grandes reservas petrolíferas en la fachada marítima sin delimitar en la que el ariete ExxonMobil incursionó moldeando la lógica política de la República Cooperativa de Guyana hasta el día de hoy, el país se encontraba en quizás uno de los momentos más débiles y vulnerables de la última década.

Recién salida de las lesiones y cicatrices de las jornadas violentas de 2014, padeciendo los primeros síntomas agudos de escasez, agresiones económicas, la designación de Venezuela como "amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional de los Estados Unidos", la controversia esequibana cumplió funciones de divide y vencerás, la apertura de un nuevo frente de presión internacional y un recurso que aspiraba a desconcentrar el esfuerzo de recuperación de aquel momento. Detrás de esa maniobra de pillaje se encontraba otro recurso dispuesto a potenciar la desintegración nacional.

Ocho años después, con la victoria refrendaria en diciembre pasado, la lucha por el Esequibo pasó a convertirse en el principal hecho y símbolo del ejercicio de ese gran consenso nacional que por otros cauces y causas —la unificación de acciones contra el programa de sanciones y el bloqueo— confluyeron en la posición conjunta de sociedad que consiguió la consagración del prolongado trabajo de construcción de consensos.

Y no hay mayor consenso histórico que Ayacucho. "Ayacucho es, pues, más que una gloria de estos pueblos, más que un servicio hecho al progreso, más que un hecho resultante de otros hechos, más que un derecho conquistado, más que una promesa hecha a la historia y a los contemporáneos de que los vencedores en el campo de batalla eran la civilización contra el quietismo, la justicia contra la fuerza, la libertad contra la tiranía, la república contra la monarquía; Ayacucho es un compromiso contraído por toda la América que dejó de ser española en aquel día", escribía en 1870 el puertorriqueño Eugenio María de Hostos.

"No perecer" podría ser el compromiso asumido hace diez años cuando comenzaron a cernirse los peligros que luego irrumpirían en la paz rutinaria del país.

"Hecho, construido, diseñado, creado, superado en tiempos de guerra económica" es la Marca País profunda del tramo más reciente de la Venezuela en Revolución.

Contexto: logros y dificultades

En el ejercicio de la Memoria y Cuenta interesan, en un primer momento, los datos que sustentan la presentación y que sirven para valorar el ejercicio gubernamental durante el periodo abordado. Son esos números los que permiten establecer si efectivamente fue un año bueno o si, por el contrario, el gobierno no pasó la prueba y viene un ejercicio de rectificación. Esto es así para una gestión gubernamental normal, pero en Venezuela esa normalidad no existe desde hace una década, desde que se impusieron las primeras sanciones y medidas coercitivas contra el Estado venezolano.

De allí que se destaque, como lo hizo el presidente Nicolás Maduro durante toda su intervención, que más allá de la valoración afirmativa, con unos indicadores positivos en lo económico, en lo político y en lo social, como lo vimos en la Memoria y Cuenta del año 2023, la valoración final es doblemente gratificante porque los mismos fueron alcanzados en un contexto de guerra, sabotaje y bloqueo económico.

Y es que Venezuela, como lo mencionó el Jefe de Estado y de Gobierno, desde hace nueve años forma parte de los 19 países a quienes los Estados Unidos viola sus derechos económicos, comerciales y humanos diaria y sistemáticamente.

Aunque muchos lo ignoren o sencillamente no lo reconozcan, con las sanciones y las lógicas extremas detrás de ellas que llevaron a su aplicación, se pretendió, tan brutal y sencillo como suena, desintegrar el país.

Con la exaltación de la resistencia y lo alcanzado en plena guerra económica, el Presidente no pretendió minimizar las afectaciones e invisibilizar las heridas que dejaron y dejan las sanciones económicas, por el contrario, intenta enaltecer el esfuerzo nacional de la clase trabajadora y, en definitiva, de las y los venezolanos que, no dejándose chantajear, siguen apostando por Venezuela. No fue un mensaje exclusivamente optimista: fue una definición ampliada de lo que se entiende por gestión.

Por eso se habla de que la consolidación del crecimiento y el afianzamiento de las mejoras económicas y sociales que viene experimentando el país desde hace unos tres años son consecuencia directa de eso. Indicadores construidos a pulso. He allí una valoración de las cifras presentadas por el primer mandatario en un contexto de guerra económico: el esfuerzo propio ha permitido superar las adversidades.

Del esfuerzo propio y la continuidad histórica

Los logros alcanzados durante el año 2023 tienen un impacto positivo no sólo por lo que representan en sí mismos, sino por los datos: reducción de inflación, estabilización cambiaria, crecimiento económico.

Atrás quedaron los gurúes y expertos que vaticinaron la hecatombe, fallando en sus pronósticos de inflación, crecimiento y tipo de cambio; incluso quienes denunciaban un viraje neoliberal del gobierno y los sospechosos habituales que siguen apostando por la "máxima presión" sin importar las implicaciones que sobre la población y sobre la funcionalidad misma del Estado tienen esa especie de hostigamiento. Por el contrario, los datos muestran de forma contundente la consolidación de un proceso de recuperación económica y social que inició en 2018 y que viene mostrando resultados desde 2021.

El esfuerzo propio, en sí un enunciado que está libre de toda sospecha propagandística, ha trazado una praxis particular a la dinámica económica históricamente establecida en Venezuela, caracterizada por el sustento sistemático de, tomando prestado el adjetivo del poeta Álvaro Carrera, los petrolarios más que de los proletarios. Y ha conminado a que el rentismo empresarial aminore la carga del Estado y participe activamente de la producción nacional en detrimento de la lógica importadora, lesionada de antemano por las sanciones y el bloqueo estadounidense.

La participación del sector privado en el aporte de divisas en el mercado cambiario, siendo en 2023 el más alto con 14 mil 577 millones de dólares, demuestra lo viable y necesario de una relación sana y de provecho nacional en el presente contexto entre el Estado y el sector privado, después de un siglo de rentismo empresarial; con este dato se cae el mito de que el Estado "quema" las divisas públicas o de que financia a la "burguesía" —bien entrecomillada— nacional; por el contrario, se ha reconfigurado el papel de los principales agentes económicos en el despliegue de las fuerzas productivas en aras de lo nacional.

En la misma línea debe leerse el incremento de la recaudación tributaria. En 26%, imponiéndose progresivamente la cultura del pago de los impuestos y los tributos, al recaudar el equivalente a 5 mil 750 millones dólares aproximadamente en 2023; se aspira que para el próximo ciclo gubernamental se duplique la cifra a los 10 mil millones de dólares mediante el cobro de tributos.

Por otro lado, se logró reducir sustancialmente la inflación y, de acuerdo con algunos pronósticos, para este año 2024 tendremos un indicador de dos dígitos después de años de hiperinflación inducida. Lo que también ha aportado, debido a una mayor inversión en la economía real y petrolera y al consumo general de la ciudadanía, al crecimiento sostenido durante los últimos trimestres con un incremento aproximado de 5% del PIB, el mayor de América Latina en 2023.

Y el presente y futuro venezolano está íntimamente conectado a los primeros años de Revolución Bolivariana, durante los gobiernos del Comandante Chávez, pues sentó las bases de lo que hoy cosecha el país en materia económica y garantía del Estado de bienestar, reivindicado y ratificado por el mismo presidente Maduro en el discurso del 15 de enero. La continuidad histórica se encuentra expresada en el hoy y en lo que expresa el espíritu de Junín.

Recalcado por el mismo Presidente, el esfuerzo (propio) por derrotar la guerra económica, las sanciones y el bloqueo contra nuestro país deviene en los logros más evidentes y con mayor alcance en 2023.

Entre la estabilidad y el progreso: lo que queda pendiente

Tener en cuenta lo que no se ha logrado, así dicho por el Presidente, en un ejercicio de autocrítica gubernamental pero también como ampliación del compás en la carta de navegación, es una de las claves de la Memoria y Cuenta y, asimismo, de lo por hacer, bajo una lógica de poder que ya viene ensayándose con el método de gestión experimentado en 2023 (el 1x10): "reclamo para este 2024 un gobierno de cercanía, de acompañamiento, de soluciones prácticas y audaces".

En sus palabras: "no vamos a retroceder ni tampoco queremos quedarnos en la inercia de lo que hemos conquistado. Vamos por más, por lo que nos corresponde en justicia: la libertad plena de nuestra economía y desarrollo, la soberanía política y territorial, el goce ilimitado de nuestras riquezas espirituales y materiales".

Bajo el liderazgo del Gobierno Bolivariano, así no guste a laboratorios y spin doctors, se ha logrado un conjunto de metas estratégicas demostrado en la exposición presidencial ante la Asamblea Nacional, y a su vez se reconocen las falencias, los desaciertos y la insuficiencia en la gestión para cumplir con lo planificado —de lo que el común es testigo a través de, por ejemplo, el programa Con Maduro+—, colocando la perseverancia como uno de los atributos propios en la forma de gobierno, lo cual paradójicamente ha rendido tributos y legitimidad política ante la ciudadanía.

Las dificultades han determinado el accionar político en los últimos tiempos, y aun así el esfuerzo —no solo gubernamental, asimismo ciudadano, en el día a día— comienza a rendir los frutos y convoca a “echar el resto” en lo que viene, habida cuenta del llamamiento que hace el Presidente —y aquí vale la pena citar su discurso in extenso—:

"Estos 12 meses que tenemos por delante se parecen mucho a ese pequeño tramo que nos resta para coronar la cumbre de una montaña: quienes suben al Waraira Repano, o escalan cualquiera de nuestras montañas, saben bien lo que quiero decir. Ese tramo puede ser una distancia mínima en comparación a lo que ya hemos transitado, pero exige de nosotros las últimas fuerzas, el último aliento. Y hay un momento cuando el cansancio tienta, hasta al más bravo y vigoroso de los atletas, a considerar vagamente la idea de abandonar la caminata. Pero de inmediato la voz interior, que es la fuerza de la voluntad, nos dice: '¡Nada eso! ¡Vamos pa' lante! ¡Porque lo peor ya pasó y falta muy poco para coronar el objetivo!'. Entonces, tomamos agua, aire, y echamos el resto y logramos la meta. El 2023 nos dejó a pocos metros de la cumbre; que nadie se canse, que nadie se rinda, nos merecemos ver el amanecer desde la silla más alta".

Subir a la montaña y observar el paisaje de lo conquistado es todavía un destino que no nos está dado y, sin embargo, es en el recorrido donde se consiguen las mayores recompensas a estas alturas del camino. En ese sentido, la "bisagra" (año 2023) contiene la potencia de lo que aun podría suceder, una posibilidad. Toca laborar en la misma senda, siempre adaptada a las circunstancias pero también a lo planificado y avizorado en el corto, mediano y largo plazo, para que el paisaje total pueda ser visionado. No se puede cantar victoria antes, dormirse en los laureles que mañana podrían marchitarse sin el cuidado y la próxima cosecha. En esto se enfoca el final del análisis presidencial.

Bajo el mismo signo de valor podemos enunciar con el poeta cubano José Lezama Lima, cuando abre su ciclo de conferencias en el Palacio de Bellas Artes de La Habana en 1957, luego reunidas en La expresión americana: "Sólo lo difícil es estimulante; sólo la resistencia que nos reta es capaz de enarcar, suscitar y mantener nuestra potencia de conocimiento".

El aprendizaje de todo lo experimentado en la última década, lejos de la comodidad y el lujo de la estabilidad, ha llevado a que una buena parte de Venezuela aprenda que existe un estímulo más allá de lo que el "Estado mágico" puede proveer a nuestra sociedad. Porque la economía —y la histórica cultura del siglo XX— venezolana haya estado íntimamente ligada y ensamblada a la estadounidense, incluidos sus flujos financieros y corredores comerciales, es que el país cayó en una crisis sin precedentes cuando las sanciones hirieron la estructura nacional. El reto que supuso levantarse de tal foso nos enseñó quiénes somos, de dónde provenimos y hacia dónde posiblemente podemos ir.

Con las dificultades, repetimos, se moldeó lo hasta ahora conquistado y bajo las mismas, sin importar la emisión de cuánta licencia hubiere por parte del Departamento del Tesoro estadounidense, tenemos que conocer, andando, la posteridad.

Se trata de una persistencia y una coherencia que caracteriza esta nueva etapa, que viene cogiendo vuelo y que permite la concreción de lo conquistado y la apertura de un nuevo horizonte de expectativas. Es allí, en ese punto de equilibrio entre lo hecho y el futuro por hacer, donde el final del discurso presidencial hace hincapié para proponer, en este 2024, un nuevo ciclo hasta 2030 compuesto por "siete transformaciones" para Venezuela.

Llama la atención que el presidente Maduro hable de transformaciones, variante verbal de cambio, pero con el componente de que se trata, en nuestro caso, del pasaje de un estadio a otro sin romper con el proceso de ligazón entre lo anterior y lo futuro. Nada se pierde, continúa la interacción en el paso de una a otra fase. Se mantiene, así, la coherencia entre la estabilidad y el progreso convocados.

Propone, entonces, siete transformaciones que, aunadas, de acuerdo con el criterio y la planificación gubernamentales, deben desembocar en la consolidación de una Venezuela Potencia a finales de esta década. Estas son:

  • Económicas, con un enfoque no dependiente de la renta petrolera, sin dejar de lado la principal actividad económica de Venezuela liderada por PDVSA.

  • Hacia una independencia plena, ampliando las dimensiones política, científica, cultural, educativa y tecnológica.

  • De paz, seguridad e integridad territorial, garantizando el modelo de convivencia ciudadana basado en los valores tradicionales de la justicia, los derechos humanos, la armonía social, la unidad territorial y, en continuidad con lo planteado en 2023, la defensa y el desarrollo de la Guayana Esequiba.

  • Renovación total del modelo de protección social, enfocada en la recuperación y mejoramiento del bienestar general como política de Estado y las Misiones y Grandes Misiones.

  • El Presidente recalcó la transformación política como "indispensable para consolidar nuestra democracia directa con ética republicana", en expresa alusión a las instituciones comunitarias que hacen vida en el país y asimismo al espíritu soberano inscripta en la Constitución.

  • El combate a la crisis climática, clamando por una conciencia ecológica y la salvaguarda de los recursos y las reservas naturales de Venezuela, con énfasis en la Amazonía, ante "la voracidad del capitalismo depredador".

  • Y, por último, la transformación geopolítica, apuntando a la retoma de la vanguardia en las relaciones internacionales en el marco de la Diplomacia Bolivariana de Paz, praxis que ya propone de antemano el relanzamiento de la integración regional latinocaribeña, el fortalecimiento de los Brics+ con una posible participación venezolana y el avance en las alianzas estratégicas con los principales factores del mundo multipolar y pluricéntrico en ciernes.

Es importante destacar el hecho de que lo presentado por el presidente Maduro, en su discurso, realza el sentido de urgencia combinado con la paciencia estratégica que debe este tipo de planificación, concertado con un llamamiento a preservar lo ya estable y con relación de futuro. De esa manera, de acuerdo con lo expuesto, se ha podido llegar a los tiempos de la cosecha y la recompensa, amén de los esfuerzos puestos en práctica para abrir una nueva época política y económica, con base en las "pequeñas épicas" en las instituciones y por parte de la ciudadanía venezolana.

El balance del año 2023 culminó con una frase del Libertador Simón Bolívar ("Tengamos una conducta recta y el tiempo hará prodigios") que sirvió al Presidente para celebrar lo realizado y, sin embargo, para resaltar lo que aun queda pendiente, emplazando a mayores esfuerzos, a una demanda de trabajo que está lejos de concluir su jornada.

Porque "esto es solo el comienzo".

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