Sáb. 30 Noviembre 2024 Actualizado ayer a las 6:30 pm

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Consejero ruso considera inminente un reensamblaje en la diplomacia internacional (Foto: Corbis)

La Doctrina Putin: nuevo paradigma de las relaciones con Occidente

Un nuevo paradigma de relaciones internacionales está naciendo con Rusia a la cabeza, apostando por una nueva doctrina que tiene como objetivo la "destrucción constructiva del modelo anterior de relaciones con Occidente". Este modelo es explicado por el profesor Serguei Karaganov, presidente honorario del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, en un artículo publicado en RT.

Este largo análisis es el editorial de la revista "Rusia en los Asuntos Globales" titulada "De la destrucción constructiva al reensamblaje" en donde aborda lo que denomina la "Doctrina Putin" como núcleo de la nueva política exterior de Rusia.

Cambiar un modelo de relaciones

Lo que el académico y político cataloga como "destrucción constructiva del modelo anterior de relaciones con Occidente" constituye, antes que un paso, un giro que busca redefinir la política exterior rusa de una manera definida como "no agresiva". Sin embargo, antepone tanto la realidad actual e interna de Rusia como los nuevos equilibrios euroasiáticos al sistema de valores occidentales y su entramado institucional.

El comienzo de dicha "destrucción constructiva" habría comenzado, según describe, con el ultimátum que Rusia emitió a Estados Unidos y la OTAN a fines de 2021, exigiendo que dejaran de desarrollar infraestructura militar cerca de sus fronteras y la expansión agresiva hacia el este de Europa.

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La expansión de la OTAN post-Guerra Fría ha sido asumida como un riesgo para la seguridad de Rusia (Foto: Archivo)

Considera a la expansión de la alianza como "un riesgo para la seguridad del país que Moscú simplemente no aceptará" en tanto que las mismas contradicciones de dicho eje le obligarán a renunciar al liderazgo que hoy sostienen o a sucumbir. Considera que "a medida que aumentan las tensiones, mirar hacia Occidente y mantener los activos allí se vuelve cada vez menos lucrativo" y que la alianza está tratando de usar a Ucrania para dañar y neutralizar a Rusia.

Aunque destaca logros de la diplomacia rusa, como el haber mantenido la membresía permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y la fuerte amistad con China, asume de manera autocrítica (ha sido asesor tanto de Boris Yeltsin como de Vladímir Putin) las fallas y errores de Rusia luego del colapso de la Unión Soviética y las atribuye a debilidades como la "pereza, debilidad e inercia burocrática" que ayudaron a crear y mantener a flote el actual sistema de seguridad europeo al que califica de "injusto e inestable".

La OTAN escaló por encima del caos postsoviético

El diplomático insiste en varias ocasiones en cómo la participación de Rusia en los distintos espacios del eje euroatlántico los ha validado, mucho más cuando, intentando "sofocar" los pedidos de garantías de seguridad de Rusia, han aprovechado hasta el proceso diplomático, con Ucrania y el Dombás como epicentro, para extender la vida útil de sus propias instituciones.

En su recuento del trayecto postsoviético analiza cómo pocos países, que conformaron la superpotencia ya extinta, han logrado volverse verdaderamente independientes debido a que en la mayoría no ha habido una idea nacional por la cual luchar.

De allí que el dinamismo y la beligerancia que se ejerce desde el Kremlin para contrarrestar tanto la narrativa occidental como sus acciones se hayan optimizado en la última década, reflotando un protagonismo internacional del país euroasiático a la par de sus avances económicos y su superioridad tecnológica-militar como contrapesos a la hegemonía euroatlántica.

El punto de inflexión en esta forma de pensar fue el discurso de Vladimir Putin en Múnich en 2007 y lo acompañaron la Guerra en Georgia y la reforma del ejército, llevados a cabo "en medio de una crisis económica mundial que significó el fin del imperialismo globalista liberal occidental".

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Un conflicto armado entre Georgia y las repúblicas de Osetia del Sur y Abjasia apoyadas por Rusia ocurrió en 2008 (Foto: Archivo)

La OTAN, que pasó de ser un mecanismo de defensa a crear "enemigos imaginarios" y agredir a territorios como Yugoslavia, Irak y Libia, se alimenta de la confrontación forzada pero en realidad no garantiza protección a sus miembros. Según Karaganov esto se debe a una crisis multidimensional por la cual se ha quedado sin tiempo y está esencialmente en modo control de daños.

Esto ha sido contrastado para Ucrania, que no es miembro de la alianza, pero que llegó a ejercer hasta maniobras legislativas para facilitar su ingreso y hasta la fecha no ha recibido el apoyo esperado luego de la operación militar dirigida desde Moscú. De hecho, Volodímir Zelenski declaró que la alianza atlantista abandonó a la junta que gobierna Kiev.

El editorial puntualiza cómo algunas posiciones del Kremlin apuntalaron dicha hegemonía:

  • 1990: La Carta de París para una Nueva Europa contenía una declaración sobre la libertad de asociación en la que los países podían elegir a sus aliados, algo que habría sido imposible bajo la Declaración de Helsinki de 1975. Ello dio pie para que países exmiembros del Pacto de Varsovia se unieran a la OTAN.
  • 1993: El expresidente ruso Boris Yeltsin firmó un documento en el que afirmaba que Rusia "entendía el plan de Polonia para unirse a la OTAN".
  • 1997: El Acta Fundacional sobre Relaciones Mutuas, Cooperación y Seguridad con la OTAN firmado por Rusia legitimó su expansión.
  • Además Rusia participó en el Programa Asociación para la Paz, la alianza estaba utilizando el proyecto para justificar su existencia y una mayor expansión y en el Consejo OTAN-Rusia después de la agresión a Yugoslavia.

Hace mención a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), en la cual recomienda participar al mínimo aunque esté "dominado por la OTAN y la UE que utilizan la organización para prolongar la confrontación e imponer los valores y estándares políticos de Occidente a todos los demás".

"Nos asociamos donde vemos beneficios para nosotros y mantenemos nuestra distancia de lo contrario", dice Karaganov, y recomienda usar el tiempo que Rusia tiene para aumentar la presión político-militar, psicológica e incluso técnico-militar sobre el Occidente colectivo para "obligarlo a cambiar de opinión y dar un paso atrás en las políticas que ha seguido durante las últimas décadas".

En otro pasaje agrega que "Occidente puede tratar de intimidarnos con sanciones devastadoras, pero también somos capaces de disuadir a Occidente con nuestra propia amenaza de una respuesta asimétrica, que paralizaría las economías occidentales y perturbaría sociedades enteras".

Girar hacia el este y hacia el futuro

Otro de los aspectos que destaca hacia el futuro tiene que ver con el increíble ascenso de China, por lo que celebra el que Rusia haya aprovechado la maduración de las relaciones y se haya convertido en aliado de Beijing a partir de la década de 2010. El giro hacia el Oriente y la crisis multidimensional que envolvió a Occidente llevaron a un gran cambio en el equilibrio político y geoeconómico a favor de Rusia.

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La profundización de las relaciones entre Rusia y China significa un gran cambio en el equilibrio político y geoeconómico global y favorece a Moscú en su nueva doctrina de relaciones exteriores (Foto: Hannah Yoest / The Bulwark)

Avizora que en una década o antes se construirá un nuevo sistema de seguridad y cooperación internacional que incluirá esta vez a toda la Gran Eurasia, y se basará en los principios de la ONU y el derecho internacional, no en "reglas" unilaterales que Occidente ha estado tratando de imponer al mundo en las últimas décadas.

A lo interno, que es parte fundamental de su propuesta, propone invertir en el desarrollo de Siberia visualizando que, al crear condiciones laborales y de vida favorables, se atraerían ciudadanos rusos y de otras partes del antiguo Imperio Ruso.

Esto se pondrá a prueba luego del paso dado por Moscú respecto a su relación con Occidente tras lo cual recibiría una cantidad importante de "sanciones" de aliados de Estados Unidos en Europa, pero también desde Japón y Australia. Tal como está sucediendo en estos momentos.

Sus propuestas apuntan hacia determinadas mejoras en la calidad de vida de la mayoría de la población rusa y a la preservación de la libertad personal, destacando que esta "realza el talento del pueblo ruso y la inventiva (que) corre por nuestra sangre". A continuación destaca como "absolutamente vital" el desarrollo de una columna vertebral espiritual: "una idea nacional, una ideología que una e ilumine el camino a seguir".

Respecto a interferir o tratar de influir en la dinámica interna de Occidente, Karaganov advierte que sus élites están lo suficientemente desesperadas como para iniciar una Nueva Guerra Fría contra Rusia. Recomienda más bien hacer uso de varios instrumentos de política exterior, incluidos los militares, para establecer ciertas líneas rojas, agregando que las potencias no occidentales (con Rusia como actor principal) inevitablemente "verán fortalecidas sus posiciones geopolíticas, geoeconómicas y geoideológicas".

De allí que pone en debate algunos aspectos del contexto nacional que las ciencias sociales deben tener en cuenta. Hace alusión a la cosmovisión científica e ideológica que Rusia ha tenido durante los últimos 40-50 años, calificándola de "obsoleta y/o estaba destinada a servir a las élites extranjeras".

Agrega que "la aplicación sin sentido de soluciones válidas en un país a otro es infructuosa y solo crea abominaciones", por lo resalta que Rusia necesita una nueva economía política, libre de dogmas economicistas, pero que incluya "una nueva ideología rusa que incorpore nuestra historia y tradiciones filosóficas".

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