Nunca faltan en las organizaciones políticas quienes se abstraen de la realidad y luego se llevan la gran sorpresa cuando esta los despierta con una estruendosa bofetada. Como patada de mula en el hígado fue la derrota electoral de 2015 para nuestros sectores triunfalistas. En mi caso sentía que algo no iba bien al observar al público en las multitudes que logró concentrar Corazón Llanero. Entre los cantores participantes, mi canción era la más contundente y frontal en el mensaje chavista. En mi turno me ocupaba de observar al público. Los nuestros que coreaban y aplaudían, más una buena parte que daba la espalda de forma despreciativa y se limitaban a conversar indiferentes alrededor de su cava de cervezas, e incluso otros que te hacían señas negativas con el dedo. El resultado ya lo sabemos.
“Ni que me ensucie lo suelto”, fue la reacción de la oposición triunfante. Ellos, que en todo momento habían desechado la ruta democrática para la toma del poder, no podían desaprovechar esa oportunidad y optaron por el camino más corto, desatando la escalada de violencia que ya conocemos. Solo que, propio de quienes recurren a mercenarios para que les hagan el trabajo, se pasaron de la raya y obtuvieron el rechazo hasta de quienes los apoyaban. Por eso se opusieron e intentaron evitar a toda costa la elección de la ANC-2017. No podían participar, al menos declaradamente.
La decisión, sin alternativa diría yo, de convocar a una ANC por parte del presidente Maduro, que a muchos nos tomó por sorpresa, era obvia. Esto lo comprenderíamos luego al analizarlo con más calma. Ante una amenaza real de la extrema derecha de derrocar al gobierno, y más grave aún, mediante la injerencia descarada del imperialismo norteamericano, que implicaba, de concretarse esas malignas intenciones, la entrega del país a esta potencia extranjera echando por tierra la independencia y la soberanía, se debía convocar a todo el pueblo a la defensa de la patria.
Cuando a Nicolás Maduro / ya lo creían en el suelo / llega El Presidente Obrero / y lanza su mejor conjuro / entendiendo que el futuro / no es asunto personal / al poder original / constituyente convoca / y en esta ocasión le toca / a to el pueblo en general.
Y de aquí se desprende no solo la hábil y acertada decisión del presidente y del directorio de la revolución, sino también las lecciones que en consecuencia dará este pueblo que somos.
La primera, la respuesta mayoritaria de la gente hastiada de que un grupo de maleantes le impusiera la violencia en contra de su voluntad. Lo cual a su vez indicaba la inclinación por la paz y de la estabilidad del país. Esto, más la inmediata destitución de la fiscal general de la República, cómplice del terrorismo, llevada a cabo inmediatamente de instalada la ANC, acabó con los planes de los traidores y del imperialismo.
Otro detalle importante es que no todo el mundo estaba dispuesto a postularse en aquellas elecciones en medio de ese conflicto intimidante. Aun así, a pesar del riesgo, se asumió la tarea. Algunos, por qué no, a ver que se pescaba ante las amplias garantías que se ofrecía para la postulación. También, como en toda actividad humana, afloraron los egos. Aun en las peores circunstancias hay quienes aspiran ser el mejor muerto y reclaman la gloria o al menos una calle con su nombre.
De aquí este otro dato que no se puede pasar por alto: aproximadamente entre el 30 o 40 % (no tengo el porcentaje exacto) de las y los constituyentes electos les ganaron las elecciones a los candidatos del PSUV en varios municipios y parroquias. Candidaturas chavistas extrapartido que no compartieron la selección ni la escogencia hecha por las direcciones de la organización. Se reafirmaron los liderazgos locales del propio chavismo y así lo demostraron luego en la ANC puesto que, con contadísimas excepciones, no hubo disidencias. Hubo consenso y la amplia mayoría comprendió el momento histórico por el cual estábamos atravesando.
Esta característica pareciera haber influido para que la ANC-2017 no solo tuviese como enemigos acérrimos a la derecha interna e internacional, sino también a ciertos grupos del poder constituido.
En revolución, necesarias son las verdades y la discusión para consolidar la consciencia, de lo contrario no pasaremos de ser una fría y pragmática maquinaria electoral, lo cual no implica que no debemos serlo, pero sin el corazón solo seremos aves de rapiña condenados a ser barridos por el huracán de la historia.
A pesar de la importancia de nuestro papel en la coyuntura política y de la jerarquía que nos otorgaba la Constitución bolivariana, no fuimos acreditados en ese sentido, por lo que pasaremos a la historia no solo como el parlamento de mayor selección democrática en nuestro país hasta ahora, sino también como el más humilde. Autoridades, con sus no pocas excepciones desde luego, que nunca nos reconocieron como tales, por desprecio o tal vez habituados sólo a respetar a los diputados ordinarios o quizás porque nos veían como “chusma”. No podía ser de otro modo, en la revolución aún no ocurre la transformación cultural que incida en el espíritu y cómo se logra ante tanto acoso que solo nos ha dejado la opción de sobrevivir. Eso a mí, a pesar de la indignación que pude haber sentido en algún momento, me enorgullece, he formado parte de esta hermosa experiencia de clase, el primer parlamento de los pobres en este país.
Primer antecedente del parlamento comunal en nuestra patria que por fortuna el presidente Maduro ha anunciado y constituye para esta nueva Asamblea Nacional una responsabilidad histórica como parte del avance de la Revolución Bolivariana. De hecho, buena parte de ella está integrada por diputadas y diputados que fueron constituyentes en esta ANC, lo cual los obliga aún más.
Que se sepa también, no tuvimos sueldos onerosos, sino una modesta dieta y nuestros traslados habituales de los territorios a la capital no estuvieron exentos de dificultades. Aun así, reconocemos los esfuerzos logísticos del estado venezolano que nos asumió en medio de las dificultades económicas consecuencia de las agresiones imperialistas culpables de las penurias que afrontamos como pueblo.
Entendemos las grandes expectativas que, en lo sucesivo, luego de instalada la ANC y consolidada la paz y la estabilidad institucional, se esperaba de nosotros, más aún cuando se vociferaba que éramos un poder supraconstitucional, a lo cual agregaría yo: sí, pero no mágico.
De manera personal, se manifestaron constituyentes angustiados e intentando ayudar desde establecer enlaces con ministerios hasta la ubicación de algún medicamento, e incluso en la calle ansiando frenar la especulación comercial y enfrentando la perversión en la distribución del combustible.
En lo colectivo emitiendo decretos constituyentes, los cuales allí quedan como ley y constancia de nuestra actividad parlamentaria.
Solo que la realidad es tiránica y usted por más que quiera no va a poder meter un tornillo en una tuerca que no es.
No era el objetivo principal de esta ANC-2017, según las bases comiciales, hacer cambios en la constitución, aunque tenía competencia para ello y podía hacerlo de ser necesario. Y qué cambios vamos hacer en nuestra maravillosa constitución nacional si es que el acoso permanente a la Revolución Bolivariana desde el mismo instante en que nuestro comandante Chávez asumió las riendas del país no ha permitido aplicarla a cabalidad.
Sin embargo, allí quedan el trabajo de las diversas comisiones en ese sentido, respaldado mediante la discusión y el debate en la consulta popular.
En lo particular me queda la satisfacción de haber sido parte de este experimento tan maravilloso que por primera vez se hizo en el país.
Amplia participación / al caserío más distante / del país cada habitante / allí tuvo su expresión / por municipio y sector / rostro de pueblo bonito / quinientos cuarenta y cinco / ejemplo de democracia / algo inédito en la patria / que aquí nunca visto.