Irán tiene una cita con las elecciones presidenciales este viernes 18 de junio, en las que competirán siete candidatos para la decimotercera legislatura. Según la Constitución, el Consejo de Guardianes (responsable de aprobar los nombres, programas y biografía de los candidatos), como en cada elección presidencial, ha excluido a varios, lo que ha provocado malestar y críticas.
Estas elecciones parecen diferentes a las anteriores, ya que se espera que el nivel de participación se sitúe en torno al 50%. Supongamos que el número de votantes no es elevado. En ese caso, la participación será la más baja de la historia electoral del país, dado que el porcentaje de participación en las últimas elecciones presidenciales fue del 73%.
Sin embargo, el porcentaje en cualquier elección presidencial del mundo nunca ha sido un indicador fiable, especialmente en Irán, donde la sociedad está políticamente polarizada desde 1980. Además, realmente sólo hay un candidato de línea dura y otro reformista para que ambos bandos voten y elijan al próximo presidente de Irán.
En Occidente, siempre se ha prestado mucha atención a todos los acontecimientos que tienen lugar en Irán. Algunos "expertos" (ingenuamente) identificaron el movimiento del Consejo de Guardianes bajo la etiqueta del control del "estado profundo". Otros creen que "el régimen quiere a Ibrahim Raisi" para la próxima Presidencia porque se supone que se está preparando para ser el sucesor del Wali al-Faqih, Sayyid Ali Khamenei.
Sin embargo, el mundo occidental y sus expertos en Irán tienen un conocimiento limitado de lo que ocurre entre bastidores en Irán desde la victoria de la Revolución. El futuro presidente y su gobierno tienen funciones específicas por ley, ya que el cargo de primer ministro fue abolido durante la era de Hossein Mousavi, cuando se modificó la constitución antes de la salida del imán Jomeini. La negociación nuclear con Estados Unidos no tiene nada que ver con las elecciones iraníes y la identidad del nuevo presidente.
Justo después del derrocamiento del Sha de Irán y de la victoria de la Revolución, el imán Jomeini convocó un referéndum en el que los votantes pidieron en masa la "República Islámica". El primer presidente elegido fue Abolhassan Bani Sadr en 1980. En aquel momento, el imán Jomeini no apoyó a Bani Sadr, pero tampoco reveló su opinión política para no afectar al resultado de las elecciones.
"No tengo nada que ver con quién se convertirá en presidente de la República, y esto no es asunto mío. Personalmente, tengo un voto, y se lo daré a quien quiera de los candidatos, y vosotros, el pueblo de Irán, están en mi misma posición", dijo el imám Jomeini.
En las elecciones presidenciales de 1985, Sayyed Ali Jamenei se convirtió en presidente tras el asesinato del presidente Mohammad Ali Rajaei: "El imám Jomeini me ordenó que el asunto (de mi candidatura) es necesario y que es mi deber islámico presentarme a las elecciones presidenciales. Sin embargo, no revelé la voluntad del Imam Jomeini para que mis palabras no afecten al desarrollo de las elecciones (puesto que la gente habría votado a quien el imám Jomeini hubiera elegido)", dijo Jamenei ante una multitud reunida en presencia del Imam Jomeini.
Esta declaración indica cómo el Wali al-Faqih, al que le gusta o no le gusta un candidato presidencial, se guarda su opinión para sí mismo y no interfiere ni trata de influir en las elecciones a favor o en contra de un candidato.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Elijah J. Magnier el 18 de junio de 2021, la traducción fue realizada por Eli C. Casas.