Daria Dugina, de 30 años, hija de Alexander Dugin, una inteligente, sólida, exuberante, joven mujer emprendedora, a quien conocí en Moscú y tuve el honor de conservar como una amiga, ha sido brutalmente asesinada.
Como joven periodista y analista, uno podía ver que ella se labraría una trayectoria brillante hacia un amplio reconocimiento y respeto (aquí habla sobre el feminismo).
Hace no mucho tiempo, el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) se dedicaba directamente a desintegrar intentos de asesinato, organizados por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), contra periodistas rusos, como en el caso de Olga Skabaeyeva y Vladímir Soloviev. Es asombroso que Dugin y su familia no estuvieran protegidos por el aparato ruso de inteligencia y seguridad.
Los hechos fundamentales de la tragedia ya se han definido. Un todoterreno Land Cruiser Prado, perteneciente a Dugin y con Daria al volante, explotó en una carretera cerca del poblado de Bolchie Vyazemy, a poco más de 20 kilómetros de Moscú.
Ambos venían de un festival familiar, donde Dugin había dado una conferencia. En el último momento, Daria tomó el todoterreno y Dugin la siguió en otro carro. Según testigos, hubo una explosión debajo del todoterreno, el cual inmediatamente fue sumido en llamas y chocó con un edificio al lado de la carretera. El cuerpo de Daria quedó calcinado hasta lo irreconocible.
El Comité de Investigación Ruso pronto determinó que el artefacto explosivo improvisado -aproximadamente 400 gramos de TNT, no encapsulados- fue plantado debajo de la parte inferior del todoterreno, en el lado del conductor.
Los investigadores consideran que fue un atentado premeditado de carro bomba.
Lo que aún no se sabe es si el artefacto explosivo improvisado tenía un temporizados o si algún hampón alrededor presionó el botón.
Lo que ya se sabe es que Alexander Dugin era un objetivo de la lista Myrotvorets. Myrotvorets son las siglas [en ucraniano] del Centro de Investigación de Indicios de Crímenes contra la Seguridad Nacional de Ucrania. Trabaja hombro a hombro con la OTAN recogiendo información sobre los "terroristas y separatistas prorrusos".
Denis Pushilin, el jefe de la República Popular de Donetsk, no tardó en acusar a "los terroristas del régimen ucraniano" por el asesinato de Daria. La inestimable María Zajárova fue mucho más diplomática: dijo que si el rastro ucraniano se confirma, configurará una política de terrorismo de estado desplegado por Kiev.
Una guerra existencial
En varios ensayos -este siendo probablemente el más esencial-, Dugin había dejado ampliamente en claro la enormidad de lo que está en juego. Esta es una guerra de ideas. Y una guerra existencial: Rusia contra el Occidente en conjunto liderado por Estados Unidos.
El SBU, la OTAN, o muy probablemente el combo -considerando que el SBU recibe órdenes de la CIA y el MI6- no eligió atacar a Putin, Lavrov, Patrushev o Shoigu. Se centraron en un filósofo y terminaron asesinando a su hija, haciéndolo más doloroso aún. Atacaron a un intelectual que formula ideas. Probando una vez más que la Cultura de la Cancelación occidental hace metástasis sin problemas en la Cancelación de la Persona.
Está muy bien que el Ministerio de Defensa ruso esté a punto de empezar la producción del hipersónico Señor Zircon mientras sigue sacando un montón de Señores Khinzal. O que tres interceptores supersónicos Mig-31 hayan sido desplegados en Kaliningrado equipados con Khinzales y puestos en servicio de combate las 24 horas del día, los siete días de la semana.
El problema es que las reglas han cambiado, y el combo SBU/OTAN, que se enfrenta a una debacle indescriptible en el Dombás, está subiendo los niveles de sabotaje, contrainteligencia y de tácticas contradiversionarias.
Comenzaron con el bombardeo de territorio ruso; se desplegaron en el Dombás, como en el intento de asesinar al alcalde de Mariúpol, Konstantin Ivachtchenko; incluso lanzaron drones contra el cuartel general de la Flota del Mar Negro en Sebastopol; y ahora -con la tragedia de Daria Dugina- están a las puertas de Moscú.
Es notablemente más difícil librar una guerra de contrainteligencia para frenar las operaciones "diversionarias", de sabotaje y de asesinatos selectivos que a un ejército en el campo de batalla. https://t.co/KOiOCsThJU pic.twitter.com/Hun7nhTCqa
— MV (@Mision_Verdad) August 22, 2022
La cuestión no es que todo lo mencionado sea irrelevante en términos de cambiar los hechos sobre el terreno impuesto por la Operación Militar Especial. El punto es que una próxima serie de sangrientas operaciones psicológicas diseñadas para puros efectos de relaciones públicas pueden llegar a ser extremadamente dolorosas para la opinión pública rusa, que demandará un castigo demoledor.
Está claro que Moscú y San Petersburgo ahora son objetivos primarios. El ISIS ucraniano está en marcha. Por supuesto, sus manejadores tienen vasta experiencia en la materia, a lo largo del Norte y el Sur Global. Todas las líneas rojas han desaparecido.
La venida del ISIS ucraniano
El comediante cocainómano se ha adelantado debidamente a cualquier reacción rusa, de acuerdo al guion de la OTAN que le da de comer a diario: Rusia podría tratar de hacer algo "particularmente repugnante" esta semana que viene.
Eso es irrelevante. La verdadera -y ardorosa- pregunta es hasta qué punto el Kremlin y la inteligencia rusa reaccionará cuando se defina completamente que el SBU y la OTAN tramaron el complot de Dugin. Eso es el terrorismo de Kiev en las puertas de Moscú. Eso grita “línea roja” en rojo sangriento, y una respuesta ligada a la reiterada promesa, hecha por el mismo Putin, de golpear a los "centros de decisión".
Será una decisión fatídica. Moscú no está en guerra con los títeres de Kiev, esencialmente, sino con la OTAN. Y viceversa. Todas las apuestas están sobre la mesa en cómo la tragedia de Daria Dugina eventualmente puede acelerar el calendario ruso, en términos de una revisión radical de su hasta ahora estrategia a largo plazo.
Moscú puede decapitar el fraude de Kiev con unas cuantas tarjetas de presentación hipersónicas. Sin embargo, eso es demasiado fácil; posteriormente, ¿con quién negociar el futuro del anca de Ucrania?
En contraste, haciendo esencialmente nada significa aceptar una inminente y de facto invasión terrorista de la Federación Rusa: la tragedia de Daria Dugina en esteroides.
En su penúltimo post en Telegram, Dugin una vez más enmarcó lo que está en juego. Estos son los puntos clave.
Pide a los gobernantes rusos transformaciones "estructurales, ideológicas, de personal, institucionales, estratégicas".
Basándose de la evidencia -desde el aumento de los ataques contra Crimea, a los intentos de provocar una catástrofe nuclear en Zaporoshie-, correctamente concluye que la esfera de la OTAN "ha decidido mantenerse en el otro extremo hasta el final. Puede entenderse: Rusia en realidad (y esto no es propaganda) impugnó a Occidente como civilización".
La conclusión es clara: "Así que tenemos que llegar hasta el final". Esto se conecta con lo que el propio Putin afirmó: "Realmente no hemos empezado nada aún". Dugin: "Ahora tenemos que empezar".
Dugin propone que el actual statu quo en torno a la Operación Z no puede durar más de seis meses. No hay duda de que "las placas tectónicas se han movido". Daria Dugina volará como un águila en un cielo sobrenatural. La cuestión es si su tragedia se convertirá en el catalizador que impulse la ambigüedad estratégica de Putin a un nivel completamente nuevo.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Strategic Culture el 21 de agosto de 2022, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Ernesto Cazal.